La profecía del amigo se cumplió

OPINIÓN

Glòria Sánchez

06 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La tercera ola ha llegado. Valencia y Extremadura cierran. Nada que no anunciase el 10 de diciembre el presidente y editor de La Voz de Galicia, Santiago Rey Fernández-Latorre, en su artículo Mi amigo puede ser usted. Un texto cercano e íntimo que estremecía, donde la tinta se hacía sangre para hablar del ser querido que pasó el covid en el hospital. El comienzo golpeaba: «Tubos, dolor, soledad, angustia». Y el final se alzaba para cerrar el círculo vicioso en el que estamos y que solo unos pocos denuncian sin miedo: «Nadie puede mirar para otro lado. Nadie puede pensar que no le afecta. Mi amigo puede ser usted. O puedo ser yo».

El abandono es el paso que se da hacia la nada. La distancia nos borra hasta la mirada. Es principal tender la mano. Oímos demasiadas cifras. Escuchamos la cáscara sin fin de las palabras vanas de los políticos. Y seguimos sufriendo el terremoto de la pandemia que ha arrasado con decenas de miles de personas. El editor de La Voz supo llevar a la nobleza de la amistad este interminable dolor.

Escribía: «Si me acompañan en este desolador viaje, les costará aceptar, como a mí, que el paso de la salud a la enfermedad signifique semejante bajada a los infiernos. No es solo la debilidad que causa el virus en nuestro cuerpo; no es solo el dolor que trae consigo la infección. Es la pérdida de todo lo que nos hace tener esperanza». Únicamente cuando se trenzan la razón y el corazón, el pensamiento y el sentimiento, pueden firmarse párrafos así, como cuando subrayó que su amigo «había dejado de contar como persona».

Lo descarnado de la experiencia que narró Santiago Rey Fernández-Latorre no nos ha aterrorizado lo suficiente, no ha cauterizado la herida de la temeridad. Hablaba de la dignidad de los sanitarios que «tutean el horror como en una guerra». Pero citaba y se enfrentaba a los insolidarios, a los incumplidores, que no renuncian a celebraciones, a reuniones clandestinas y a botellones. Son ellos los que nos arrastran en su falta de civismo otra vez a los hospitales, a los confinamientos, a los cierres, a la desolación del paro.

Y, por supuesto, hacía frente desde el periodismo independiente a los gobernantes que nos tratan como simples y como estadísticas. «Mi amigo se pregunta: ¿cómo pueden los políticos perder el tiempo en discutir qué es un allegado? ¿Cómo puede ser la gran preocupación organizar la Navidad en grupos de diez sabiendo que tras ella va a llegar otra ola de infecciones?», cuestiones que, por desgracia, casi un mes después tienen la contundente respuesta de una tercera ola.

Galicia alcanzó los diez mil casos de covid en noviembre, ayer llegamos a seis mil y subiendo. Necesitamos medios, un plan de vacunas serio o todos veremos sufrir a ese amigo querido, que es el hermano que se elige. La amistad es un suceso imposible de olvidar. Que no nos hundan los de siempre, con su oscuridad mineral, con la aridez de sus entrañas. Escribir es cazar, y la profecía del amigo se cumplió.