Política nacional tras el año de la peste

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

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03 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Va a ser la política española muy diferente en el año 2021 y en el que acabamos de cerrar? Salvo en lo relativo a un hecho trascendental -la epidemia de covid, que esperamos poder vencer con la vacunación masiva de la población- lo que previsiblemente ocurrirá políticamente es que el año que comienza, tanto del lado del Gobierno y de sus aliados, como del de la oposición, tendrá una marcada continuidad con lo sucedido en el que acaba. Y es que el paso de uno a otro supone una frontera artificial, a la que solo por inercia atribuimos el poder de generar novedades, pese a la evidencia de que la realidad es inmune a algo tan convencional como el calendario.

Nada hace pensar que aprobado el Presupuesto tras una feria que nunca hasta ahora había presentado tal nivel de desvergüenza, el Gobierno de coalición vaya a romperse. Lo que explica su existencia -la obsesión de Sánchez por ser presidente a cualquier precio, y la de la parejísima por seguir disfrutando doblemente del poder, ministerial y partidista- no ha cambiado en absoluto, aunque la perspectiva de que la legislatura podrá completarse (esa, y no el cambio de año, es la novedad) llevará a Podemos a tratar de invertir la clara tendencia a la baja que le atribuyen todas las encuestas. Por eso Iglesias intensificará sus esfuerzos para diferenciarse del PSOE en los tres terrenos en los que el líder de Podemos cree poder colocar a su socio en la derecha, obteniendo así mayores beneficios: seguirá apostando a todo tren por la república, aumentará la presión contra el sistema autonómico de la mano de los separatistas y competirá tanto más con el PSOE en radicalismo populista cuanto más graves sean los problemas económicos nacidos del covid que haga aflorar la desaparición del corsé proteccionista.

Tampoco la mayoría Frankenstein con independentistas sediciosos y ex etarras quebrará, sino todo lo contrario, como lo demuestra la creciente intensidad de la campaña gubernamental a favor de indultar a los presos del procés, primer paso de un proyecto que los socialistas no pueden ya disimular: formar un gobierno catalán con los Comunes y ERC. Es decir, un gobierno similar al que, presidido por Maragall, metió de lleno a Cataluña en el inmenso follón en que ahora está.

Del otro lado del espectro, la actuación de la oposición seguirá marcada por la ruptura interna entre el PP y Vox y por el progresivo arrinconamiento de Ciudadanos, que intenta ocupar un centro que se esfuma en una época de total confrontación. Basta ver las últimas encuestas (¡incluida la del CIS!) para constatar que la aparición de Vox se ha convertido en el seguro de vida que una parte de la derecha le ha regalado a Pedro Sánchez, quien tendrá garantizado seguir en la Moncloa mientras los de Abascal dividan el voto opositor, refuercen la polarización de la política nacional y obliguen al PP a una competencia con Vox que le impide rentabilizar el giro radical del Partido Socialista. Vox aliada objetiva del PSOE. ¡Cosas veredes!