Pedro, perdónanos nuestros pecados

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño A CONTRACORRIENTE

OPINIÓN

Quique Garcia | Efe

31 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En un año en el que han muerto casi 80.000 españoles infectados por el coronavirus hay que tener verdadero cuajo para, en plena tercera ola de muertes y contagios, descabezar el Ministerio de Sanidad y convertir al máximo responsable frente a la pandemia en candidato, utilizando así la tragedia como argumento electoral. En un ejercicio en el que cientos de miles de españoles han perdido su puesto de trabajo y dos millones lo conservan artificialmente a través de los ERTE, y en el que decenas de miles de empresas y autónomos han tenido que echar el cierre a su actividad, hay que estar también muy lejos de la calle para que tu balance del año consista en presumir de que el Gobierno ha cumplido el 23,4 % de sus compromisos. No la mitad, la cuarta parte o un tercio. Exactamente el 23,4 % de una retahíla de 1.238 supuestas promesas. Un cómputo con pretendida precisión nanométrica que sería risible en cualquier valoración de una gestión política, pero que con 300 españoles muriendo cada día es un escarnio.

Utilizar políticamente la popularidad que la pandemia ha proporcionado a Salvador Illa, un apparátchik del PSC que llegó al Gobierno sin otra misión que servir de enlace con ERC, es un insulto a las miles de familias a las que el virus ha destrozado la vida llevándose a sus seres queridos sin darles siquiera la oportunidad de despedirse de ellos o acompañarlos en el trance doloroso de afrontar la muerte. Y a quienes se han quedado sin trabajo les importa muy poco si el Ejecutivo ha cumplido una centésima más o menos con lo que le prometió al diputado de Nueva Canarias a cambio de su voto en la investidura de lo que lo ha hecho con el de Teruel Existe por el mismo motivo. Este Gobierno está tan acostumbrado a organizar ceremoniales con tremolar de banderas, profusión de pantallas planas, mucho powerpoint y hasta músicos de cámara que no es consciente de que, mientras Sánchez mide su gestión en decimales, como si gobernar un país fuera un problema de álgebra, recluta a dedo a sus expertos para ponerse un 10, y usa el virus como arma electoral, millones de españoles despiden este aciago 2020 secándose las lágrimas.

Para Sánchez, sin embargo, lo único «aciago» es que quienes perpetraron un golpe de Estado a cámara lenta estén cumpliendo la pena que se les impuso. Nos advierte por ello de que quienes respetaron la ley y defendieron el Estado de derecho son tan culpables como ellos de que violaran la Constitución, consumaran un referendo ilegal e incendiaran las calles de Cataluña. Todos lo hicimos, como en Fuenteovejuna. Y, si todos somos culpables, todos merecemos el perdón. Por ello, Sánchez los sacará a ellos de la cárcel y a los demás, privilegiados que no hemos sufrido condena pese a nuestra gran culpa, simplemente nos absolverá de nuestros pecados. Cerramos esta noche uno de los años más trágicos de nuestras vidas. Y la prioridad de Sánchez es medir su gestión con numeritos, utilizar políticamente la pandemia y abroncar a todos los españoles por lo mal que han tratado a los golpistas catalanes. Pedro, perdónanos a todos.