Acuerdo pesquero: alivio y preocupación

Javier Garat TRIBUNA

OPINIÓN

Judith Mora | Efe

29 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de muchos días de tensión por parte de todo el sector pesquero de la Unión Europea y, por supuesto, de España, por las negociaciones del brexit, finalmente la Nochebuena fue testigo del acuerdo entre la UE y el Reino Unido. Con relación a España, la sensación en estos momentos es de alivio. Los recortes que sufriremos a corto plazo de las principales especies (merluza, gallo y rape) que tradicionalmente capturamos en las aguas del Reino Unido son menores de los esperados. Tras el susto inicial, cuando pensábamos que tendríamos que ceder un 25 % de nuestras cuotas, ahora vemos que no será lineal para todos los países y especies, sino que varía. Y España no es de los que salen peor parados, puesto que las reducciones serán inferiores al 5 %.

Por lo que se refiere a la UE, el resultado se puede calificar de catastrófico. Hay países, como Irlanda, Dinamarca, Holanda o Francia, que han recibido un duro golpe y sus pescadores sufrirán considerablemente. Según los cálculos provisionales, estos países perderán entre el 25 % y el 17 % de sus posibilidades de pesca de aquí al año 2026. En reuniones de estos días de EUFA he podido comprobar la frustración y desesperanza de nuestros colegas europeos, que sienten que la UE ha abandonado a la pesca para conseguir un acuerdo general.

A largo plazo, el resultado, tanto en el ámbito español como europeo, se puede considerar muy preocupante. En primer lugar, ahora se inicia un período transitorio que solo durará cinco años y medio. A partir de ese momento se supone que se tendrán que negociar año a año las cuotas y el acceso a las aguas. En segundo lugar, esta situación genera una incertidumbre tremenda entre las empresas de los diferentes países, que tendrán pocos incentivos para realizar inversiones. En tercer lugar, no sabemos las consecuencias que tendrá en la Política Pesquera Común y en la estabilidad relativa, es decir, en las claves de reparto de las cuotas entre los distintos estados miembros. En cuarto lugar, tampoco sabemos cómo afectará a los intercambios de cuotas entre los diferentes países, puesto que, a partir de ahora, todos los países que pescan en el Reino Unido tendrán menos cuotas que ofrecer. En quinto lugar, porque desconocemos el impacto en la flota de bajura de España de las reducciones de los pequeños pelágicos, como la caballa. Y nos preocupa, también, por las consecuencias en la gestión sostenible de las 119 poblaciones de peces, que se debe hacer de manera conjunta.

Todo esto nos obliga a ser prudentes en nuestras valoraciones y tener los ojos puestos en nuestro futuro, en la necesidad de seguir trabajando junto con nuestros colegas de otros países, como hemos hecho hasta ahora en el marco de EUFA, con el fin de defender a la pesca europea hasta las últimas consecuencias. Estoy muy orgulloso del trabajo realizado por EUFA. Todos estamos convencidos de que si no hubiéramos creado esta alianza europea el resultado habría sido peor y la pesca habría sido abandonada a su suerte mucho antes. Es una pena que las promesas de la Comisión Europea, refrendadas en el mandato de negociación, cayeran en saco roto en las últimas horas de la negociación. Ahora, la UE tiene la responsabilidad de no dejar tirados aún más a nuestros pescadores y buscar fórmulas para compensar el desaguisado.