Emilia Pardo Bazán y las Torres de Meirás: es de justicia

José María Paz Gago LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

18 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«La idea está lanzada y en marcha. Para Galicia debe ser una cuestión de honra. Para La Coruña, un fervoroso empeño de amor propio tanto como de justicia». Con esta proclama abría La Voz de Galicia en marzo de 1912 la campaña a favor de la candidatura de Pardo Bazán a la Real Academia Española, pidiendo que se rindiese tributo a la mentalidad poderosa y a la labor infatigable de doña Emilia. Como en una ocasión anterior había sido rechazada por la única razón de ser mujer, en la campaña lanzada por La Voz se pedía una sola cosa para la escritora: justicia.

Traigo a colación aquel episodio que tanto hizo sufrir a la autora de La Tribuna, incansable luchadora por la causa feminista, porque nos encontramos ante una encrucijada histórica en la que podría cometerse, una vez más, una grave injusticia contra su persona y su memoria.

Los hados del destino han hecho que coincida el centenario de la muerte de doña Emilia con la recuperación de sus Torres de Meirás para el dominio público. La ocasión es ideal para hacer justicia a una figura de gran calado intelectual que sufrió en vida una cruel marginación por su condición de mujer.

El debate sobre el uso que debe darse a ese lugar tan vinculado a la personalidad y proyección literaria de Pardo Bazán está abierto. Las cuatro décadas que el pazo acogió los veraneos de Franco no deben prevalecer sobre el siglo que lo habitaron sus auténticos propietarios, puesto que la propiedad había sido heredada en 1818 por don Miguel Pardo Bazán, abuelo de la escritora. La memoria democrática tiene lugares más apropiados como el Valle de los Caídos, donde la huella de la dictadura es más cruel y más sangrante.

Entre sus dos referentes históricos, debe prevalecer la figura de la creadora que lo impulsó y no la del dictador que lo usurpó. Sería un error y una nueva injusticia que este espacio arquitectónico y cultural singular no estuviese dedicado a la escritora que lo concibió y a los valores que representa: la lucha por la igualdad de la mujer, la creación literaria, el progreso científico o la educación.

La familia Pardo Bazán fue muy generosa con Galicia, cediendo el pazo urbano de la calle Tabernas como sede de la Real Academia Galega, a cambio de que esta impulsase el estudio y difusión de la escritora y de su obra. En mi opinión, nada mejor que las Torres de Meirás para cumplir ese mandato, para albergar la Casa-Museo, que dejaría espacio al funcionamiento de la propia academia, y para reunificar su valiosa y querida biblioteca en el lugar idóneo. Reivindicar la trayectoria vital de doña Emilia y sus valores es la mejor forma de conjurar los malos augurios de una dictadura.