Juega con irresponsabilidad
Frente a mi coche, un anuncio ambulante de 3,85 por 2,60 metros, muy visible ya a 50 metros, en que habían convertido lo que era la parte trasera de un autobús municipal me invitaba con sus brillantes colores a jugar a la lotería. Solo al detenerme detrás del autobús en el semáforo rojo pude leer, en una esquina de su parte más baja, una leyenda casi invisible, que decía en blanco y negro: «Juega con responsabilidad». Ese contraste en su distinto interés por llamar mi atención, ese añadido minúsculo, con la boca pequeña, para quedar bien, no puede ser más chocante, cómico o incluso contraproducente, incitando a jugar más de la cuenta. Martín Sagrera Capdevila. Madrid.
Preparando la tercera ola
Tenemos a nuestros políticos debatiendo la fórmula para las reuniones de las próximas fiestas de Navidad y Fin de Año. Lo normal, si no fuera porque las propuestas que suenan son más de lo mismo que nos ha traído hasta aquí: limitaciones de aforo, de horarios, de reunión, confinamiento perimetral y demás. Nada de esto ha servido para acercar los porcentajes de contagios a los niveles deseados.
Por duro que sea, estamos a tiempo de tomar medidas para evitar el desastre en enero, y ya no vale con apelar a la responsabilidad personal. En algunos países de Europa ya lo han hecho. Claro que esa pelota está en el tejado de los políticos. Francisco Pan García. Peiro de Abaixo (Culleredo).
Vacinas
Quizais, ou talvez, algún tipo de vacina contra tanta estupidez colectiva nos axudaría e libraría de moitos tipos de virus e pandemias que tanto nos condicionan. Quizais. Ou talvez. Quería dicir. E digo. Manuel I. Nanín. O Carballiño.
Un mordedor para mi perrito
Como cada año, mi sobrino ha escrito su carta a los Reyes. Acaba de cumplir los 8 y lleva desde los 5 con muchas ganas de tener un perro. Está muy concienciado de la importancia de adoptar, pero aún así no deja de ser un niño. «Estas navidades solo he pedido un perro, si no, no quiero nada». Parece que su paciencia ha llegado al límite y ha puesto en jaque a sus majestades.
«Pero es que los Reyes no trafican con vidas, yo una vez les pedí una planta y no me la trajeron. Solo traen cosas que se puedan fabricar», le digo. Al rato cambió su carta: «Estas Navidades solo quiero una correa para perro, un juguete para perros, un mordedor...». Pues eso, que si él con 8 años lo entiende, a ver si nos lo vamos aplicando el resto. David Miranda Martínez. Vigo.