Hay distintas formas de afrontar el desarrollo de una vacuna. El CSIC tiene tres proyectos en marcha. Uno para una vacuna de ADN sintético y dos de virus. De estos, uno usa un poxvirus para introducir el gen de la espícula del virus y generar una reacción de protección frente al SARS-CoV-2 y otro trata de modificar el mismo para evitar su propagación entre células, lo que lo convierte de facto en atenuado y útil para usarlo como vacuna. La de ADN sintético usa una molécula de ADN a la que se le han introducido todas las señales para que, una vez inoculada en el individuo a vacunar, introduzca en el núcleo de las células el gen el antígeno S viral que lo producirá y será reconocido como extraño, de forma que active el sistema de defensa contra él.
Todos los proyectos van desarrollándose de forma que las vacunas puedan estar listas a finales del 2021. ¿Por qué son necesarias si ya hay vacunas disponibles? En principio, pueden ser necesarias vacunaciones anuales y, por tanto, hay un interés comercial y además son una necesidad estratégica. España tiene que ser capaz de proteger a sus ciudadanos con una vacuna con tecnología propia que no dependa de intereses exteriores. Existe la capacidad científica para desarrollarla y fabricarla aquí.
Existen además ventajas objetivas, como en el caso de la de ADN sintético que no necesita la cadena del frío para su distribución, pues es estable durante un año a temperatura ambiente, lo que la hace de gran interés para países en desarrollo. La de atenuación es la más lenta de desarrollar. La de ADN sintético y la de poxvirus se encuentran en la fase final de la fase preclínica y de preparación del informe a la Agencia Española del Medicamento y PS para comenzar las fases clínicas con humanos en el comienzo del año 2021. Lo importante es que lleguen a los usuarios con plenas garantías de seguridad y una eficacia elevada. Esto parece ser así, de acuerdo a los experimentos realizados.