Ineficacia política y anestesia social

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

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01 dic 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de leer este domingo la última y angustiada llamada de Santiago Rey al sentido común para recuperar el progreso e incluso la dignidad de este país, encontré en el diario Público una encuesta de Key Data que no puede sugerir muchas esperanzas al editor de este diario: a fecha de hoy, el mapa político no cambia sustancialmente, si nos fiamos de la intención declarada de voto. La coalición que nos gobierna pierde algún respaldo popular (ocho escaños en total) pero la salud del Partido Socialista, a quien corresponde la presidencia, sigue prácticamente intacta, con solo tres escaños menos. Al señor Sánchez le funciona la estrategia diseñada y le permite constatar que el estado agónico del país casi no le afecta. Le debe preocupar porque no sube en el afecto ciudadano, pero tampoco naufraga a pesar de los datos económicos, las agresiones de su entorno a la estabilidad institucional o los pactos políticos que tanto escandalizan.

Esos pésimos indicadores tampoco benefician a la derecha, lo cual confirma la crítica de Santiago Rey a la actual oposición: parece haberse sentado «a esperar, confiando en beneficiarse del cuanto peor, mejor». Inés Arrimadas dijo algo parecido, al acusar al PP de jugar a que «España se arruine» para tener más opciones electorales. En su posición y en su oferta se echan en falta iniciativas concretas, cercanía a los problemas reales, en vez de censuras casi teológicas que, por ser tan genéricas, carecen de credibilidad social. Le falta sosiego y talante de Estado. Eso también se ve en la encuesta de Key Data, en la que Vox es el partido que sube de forma más visible y viene a dar la razón al discutido Tezanos, cuando mensualmente mantiene o aumenta la distancia entre el Partido Socialista y el Popular.

La conclusión es muy pesimista. Se supone que en una democracia consolidada la sociedad expulsa del poder a quien no demuestra una gestión eficaz. Si no hay elecciones a la vista, envía sus mensajes al gobernante a través de los sondeos de opinión. Así ocurrió hasta ahora. Las caídas de los gobiernos o las pérdidas de sus mayorías absolutas siempre fueron anunciadas por los estudios y sensores sociológicos. Si ahora eso no se percibe es porque fallan los aspirantes. Y hay que decirlo claro: si del teórico desgaste del gobernante no se beneficia nadie, una de dos: o esa sociedad está anestesiada, o se conforma con el mal menor, que es quien todavía aparece como el pagador de las pensiones y el garante de la paz social, que es lo único que sobrevive en el clima general de deterioro agravado por la crisis sanitaria. Así las cosas, ¿para qué va a cambiar el Gobierno? Ante la crisis se puede conformar con decir que todo ha sido imprevisto y universal. Ante la anestesia social, puede hacer los acuerdos que le garanticen el poder. Y ante insuficiencia de los demás, hasta puede echarse a dormir.