Un alivio momentáneo

Esperanza Balaguer LETRERO DE NEÓN

OPINIÓN

Javier Romualdo | Efe

11 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Celebrar, respirar profundo y volver al trabajo. Esa es la actitud de los 74 millones de estadounidenses que se sintieron aliviados el sábado tras la derrota de Donald Trump por el demócrata Joe Biden. Tras el estallido de júbilo, llegaron la resaca y el silencio. Los estadounidenses saben que, acabada la ficción del triunfo electoral, las desigualdades sociales, foco del activismo continuo, y la pandemia siguen siendo los principales problemas incrustados en el sistema. La realidad de un mercado laboral en crisis, la complicada conciliación familiar y las dificultades del acceso a la atención médica seguían ahí cuando se despertaron el lunes. Muchos se dieron cuenta de la trivialidad de confiar en el tándem Biden-Harris como remedio a los grandes males. Cuatro años de continuos sobresaltos, insultos y amenazas autoritarias lanzadas desde la Casa Blanca no se curan en una noche en la que, por un rato, asomó la esperanza.

La realidad completa es que la otra mitad del país, los 71 millones votantes de Trump, siguen en el mismo lugar y no irán a ninguna parte. Ahora son ellos los que ven que el futuro se complica. Temen una subida de impuestos, nuevas restricciones a sus negocios contra la pandemia y a una vuelta a una Administración demócrata demasiado parecida a los ocho años de Barack Obama, en los que no vieron aumentar sus ingresos. EE.UU. está partido en dos. Y ambas facciones son conscientes. Todavía es pronto para pronosticar el efecto que tendrán las llamadas a la unidad con las que ha asumido Biden su nueva condición de presidente electo. Porque Trump continúa en plena pataleta por su derrota. Se niega a abandonar la Casa Blanca por las buenas bajo la excusa de un fraude electoral del que no tiene pruebas. EE.UU. tiene ahora por delante dos meses y medio en los que se avecina un pulso sin precedentes entre el presidente y las instituciones del Estado. Las sorpresas del showman que conquistó la Casa Blanca todavía no se han terminado. Algunos de los líderes del Partido Republicano y muchos de sus seguidores están dispuestos a seguirle la corriente para llevar el recuento de votos hasta las últimas consecuencias.

La victoria del Biden se transformó en una gran estallido de júbilo de repudio personal hacia la persona de Trump. Un burla colectiva que no ha sentado nada bien al hombre que ha hecho del insulto una forma de política. Sus familiares más cercanos intentan ahora convencerle para que conceda la victoria, pero el dragón herido sigue coleando.