Historia en dos mujeres

Nieves Lagares
Nieves Lagares Díez FIRMA INVITADA

OPINIÓN

Andrew Caballero-Reynolds / POOL

05 nov 2020 . Actualizado a las 08:31 h.

A medida que se acerca el fin de este largo proceso electoral en EE.UU., resuena con más fuerza el consabido soniquete de que otra vez fallaron las encuestas. Y seguramente algo hay de cierto, sobre todo si tenemos en cuenta los pronósticos de los principales medios de comunicación estadounidenses que en la última semana le han dado a Biden ventajas de 11 puntos (NBC/Wall Street Journal), 10 puntos (The Economist/YouGov) o 12 puntos (ABC/Washington Post), según el medio.

Y sin embargo, pese a que todos habían previsto una victoria holgada de Biden, casi indiscutible, Trump llevaba semanas trabajando en el escenario de una derrota ajustada en la que poder acogerse a la clásica idea de «fraude electoral», tan frecuente en América Latina.

¿Qué sabía Donald que no supiéramos nosotros? ¿Qué encuestas tenía que le llevaron a arriesgar su imagen democrática nombrando a Barrett para el Tribunal Supremo en medio del proceso electoral?

Pues no, a Trump no le fallaron las encuestas, y seguramente a Biden tampoco; nos fallaron a nosotros, a los que tenemos que conformarnos con encuestas que tienen un nivel de error de 3.1 para el total de la población de EE.UU., lo que viene siendo unos 1.000 casos, como la de la NBC/WSJ.

Y no me entiendan mal, es una buena encuesta que ofrece mucha información, pero cuando de esa muestra queremos sacar cómo van a ser los resultados en Wisconsin el nivel de error crece por encima del 10 o el 12 % y entonces las previsiones fallan. Pero fallan porque les exigimos que digan lo que no pueden decir.

Los partidos americanos gastan cientos de millones de dólares en una campaña, tienen datos no solo a nivel de estado sino con mayor nivel de desagregación, y por eso las encuestas no les fallan.

Demócratas y republicanos sabían que esta era una elección ajustada, que, más allá de lo que decían los datos públicos, sus datos no daban margen de tranquilidad a ninguno. Los demócratas apostaron por el institucional Biden y la enérgica Kamala Harris; no se atrevieron a apostar dos veces seguidas por una mujer, no estaba la cosa para experimentos. Los republicanos, sin embargo, pusieron toda su fe en Trump, hasta darle 52 votos en el Senado, todos republicanos, para nombrar a Amy Coney Barrett a solo ocho días de las elecciones y confiarle el último recurso de la victoria.

Harris y Barret, los dos partidos confiaron a dos mujeres su última esperanza de victoria. Los demócratas colocaron a Harris en la batalla electoral, tirando del viejo Biden, dando con sus Converse un poco de energía a una campaña que parecía apagarse por momentos, como le ocurrió a Hillary, y mirando a las minorías y a sus derechos, otra vez. Los republicanos, Trump, pusieron a Barrett en el Tribunal Supremo, por si acaso, por si aún es posible ganar en los despachos lo que no se gana en la cancha; o tal vez, sin llegar a eso, por si aun asumiendo la derrota tenemos que recurrir al Tribunal Supremo en los próximos años.

Unos usaron a Harris para salir al ataque, los otros colocaron a Barrett para asegurar la defensa. Todo apunta a que esta batalla no terminará esta noche, y que estas dos mujeres tendrán mucho protagonismo en el futuro.

Y ustedes, ¿creen que les fallaron las encuestas? ¡Anda ya!