Hagamos un ERTE para los políticos

Cartas al director
Cartas al director CARTAS AL DIRECTOR

OPINIÓN

E. Parra. POOL

23 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

¿Si creo en los políticos?

Leía el artículo de esa sección que preguntaba: ¿Le tiene afecto a la clase política? Nunca le tuve un afecto especial. Siempre pensé que en ese mundo, es muy difícil ser honesto y honrado con uno mismo y sus principios y no ser escupido del partido que le exige lealtad extrema a sus líderes. Aun así hubo un tiempo que al menos respetaba esa figura, como mal menor e imprescindible para mantener lo que entiendo como la mejor forma de convivencia de un pueblo, la democracia. Pero en los últimos años, la corrupción, los enfrentamientos, la falta de acuerdo por el bien del país por encima de los intereses partidistas, han echado por tierra todo atisbo de respeto y eso lo ha colmado ver como en estos últimos meses, miles de políticos, en el Gobierno, autonomías, diputaciones y ayuntamientos, han asumido la necesidad de enviar a casa a todos los españoles, con una gran quebranto económico. Y todos esos políticos, que también han estado en sus casas confinados y sin trabajar, no han hecho su propio ERTE, es más han cobrado sus suculentos sueldos íntegros y además para vergüenza aun han cobrado las dietas por unos gastos que no se han realizado. Quizá sea el chocolate del loro, pero suficiente como para demostrar de que clase están hechos. Y eso sin entrar en la situación sanitaria y económica, la cual, al menos en una parte importante, sea producto de su inoperancia. Creo que gran parte de los españoles, ya no sentimos afecto por lo políticos, a veces hasta me cuestiono si son necesarios. Francisco Barreiro.

 Una minoría olvidada

El habla es una suerte que muchos damos por sentada. Se celebró el Día Internacional de la Toma de Conciencia de la Tartamudez. Por ello, es conveniente incidir en este trastorno que pese a sufrir el olvido ajeno es padecido por miles de españoles. La definición técnica es la dificultad a la hora de producir palabras. Sin embargo, existe una acepción mucho más dura: un trastorno que evoca sentimientos tan negativos como la frustración, la incomprensión, el miedo… Emociones derivadas de un difícil proceso de socialización. Impacta saber que el 80 % de los niños que tartamudean sufren acoso escolar. O que este trastorno lleva implícita la precariedad laboral y una larga cola de prejuicios y miradas por encima del hombro. Irracionalmente, se vincula la tartamudez con la falta de inteligencia. Falso. Debemos convertirnos en una fuente de ayuda, no de presión social. Y lograr que jamás tengan miedo a alzar su voz. Que sean un grito rotundo, no un susurro. Beatriz Nieto. Pamplona.