¿Te acuerdas cómo sonreías?

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas MI MUNDO ES OTRO

OPINIÓN

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22 oct 2020 . Actualizado a las 10:43 h.

Me mira a sus 16 años con esos ojos enormes como dos avellanas y lanza una pregunta que me duele: ¿te acuerdas de cómo sonreías? ¿Te acuerdas de mi sonrisa? Lo dice con la mascarilla puesta y aunque yo llevo la mía, su frase me tapa la boca. Ella, a sus 16, me hace reflexionar y recordar cuál es su tiempo. Llevamos muchos meses sin risas, sin llenarnos de las carcajadas de los demás, sin que la vitalidad y la alegría nos cubran este cuerpo nuestro que se está quedando seco. Y ella, a sus 16, quiere beberse la vida. La animo, le digo que el covid pasará, que será un mal recuerdo de una etapa en la que demostramos nuestra fortaleza, pero en sus ojos enormes noto que esa frase más que a latiguillo le suena a latigazo. Está cansada después de tantos meses de ajetreo, de tantas idas y venidas, de tantas órdenes, de tanto desconcierto: «No se puede salir»; «Ya puedes ir un ratito a caminar»; «Conéctate a la clase desde el ordenador»; «Deja ya el móvil»; «Desconéctate que estás todo el día delante de la pantalla»; «Lleva la mascarilla»; «Ponte gel», «No te juntes con los amigos»; «Mantén la distancia»...

Ella, a sus 16, siente que ha cumplido a rajatabla y que sigue encarcelada. Que no puede ir a ningún cumpleaños, ni salir por primera vez de noche, ni va a poder ponerse el vestido de Fin de Año. Suena ligero, lo sé, pero eso que parece una chorrada es la vida. Pero nosotros, los adultos, no hacemos más que decirles a los chicos que son culpables, que son los que contagian, los que salen de fiesta, los que la arman, los protagonistas del telediario. Y a mí, al verla, me entra esa nostalgia de los 16, cuando te morías por salir, cuando las hormonas te empujaban, cuando ardías a diez centímetros de distancia, cuando corrías, bailabas y te empapabas. Pienso en que los chicos no son culpables de nada, que nadie es culpable de esta mala racha, pero si hay alguien a quien disparar no es a ellos, sino a los políticos que aún hoy siguen escupiéndose a la cara. Bastante paciencia han tenido los chicos. Démosles su sitio y un poquito de ánimo para sonreír.