Decía Annie Leibovitz en su discurso de aceptación del Premio Príncipe de Asturias 2013 de Comunicación y Humanidades, que «la fotografía es la expresión de un punto de vista». Las imágenes de una desafiante Demi Moore embarazada o una traviesa Whoopi Goldberg bañada en leche, son fotos icónicas que impactan porque trascienden a los retratados. Siempre me ha interesado el making off de estas instantáneas. También en fotografías robadas al vuelo, como esta también clásica en otros Premios Príncipe de Asturias, de Jennifer Doudna y Emmanuelle Carpentier de la mano, en una actitud de sororidad intencional que personalmente espero repitan en la entrega del Nobel de Química de este año.
Otras fotos levantan ampollas. En ciencia y para las mujeres profesionales, imágenes que una y otra vez nos muestran en flagrante minoría. «Un único lunar» indicaba un periodista por 4 mujeres de 44 ponentes en un foro de grandes «mentes». O un 1 de 12 en una página web de una comunidad autónoma con motivo de la entrega de premios científicos. No indico quién o quiénes, porque estos casos son reflejo de una desigualdad más generalizada. Es más importante el envés de la foto; cómo se ha llegado a estas situaciones y cómo se está actuando para impedirlas. Sabemos de multitud de problemáticas sociales, económicas, familiares y personales que nos afectan desproporcionalmente más a nosotras que a ellos. Se ha estudiado y escrito muchísimo sobre acciones a nivel político e institucional para intentar paliar barreras de género. La cuestión es qué podemos hacer a título personal, particularmente aquellas personas en puestos de responsabilidad.
En Aseica-Mujer nuestro lema es «pásate a la acción». Respecto a cómo revertir las fotos masculinizadas, proponemos varias medidas. La primera, llamada(s) de atención a las instituciones organizadoras. Poco a poco, pero funciona. En los eventos mencionados anteriormente, las desigualdades se han reconocido y afortunadamente, se han puesto en marcha medidas concretas. Segundo, implementar programas de formación y mentorización, que de hecho se orienten hacia la «esponsorización» o promoción activa de mujeres con valía demostrada, que no faltan en ningún campo. Tercero, nosotras: asumir riesgos, tomar la iniciativa y dar un paso adelante. Autolimitaciones como «no sé si valgo» , «no me llaman» o «no merece la pena» deberían de salir de nuestro vocabulario. Volviendo a Annie Leibovitz, «la fotografía siempre ha tenido ese increíble poder para detener y retener el presente, antes de que desaparezca en el pasado». Nosotras nos merecemos ya un futuro más completo.