«Patria» es matria

OPINIÓN

HBO

03 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sobrecoge, te da pellizcos en el estómago y te sacude. Es cierto que la serie Patria no te incomoda como podría hacerlo, porque ya la novela de Aramburu no se enfanga y pinta de una manera simple el mundo abertzale. Con el sesgo que necesita un best-seller. Pero casi diría que ese planteamiento es lo de menos en este serión que pone a la ficción española en lo más alto. Me gusta la Patria de Aitor Gabilondo porque es una matria. Esa feminización de los atributos asociados a la nacionalidad está representada en dos mujeres, en dos madres, en dos actrices descomunales -Ane Gabarian y Elena Irureta- que anclan una historia de dolor y de opresión en la que pesan los silencios, las miradas, los gestos, los murmullos y hasta los peinados de ella. La forma en la que está narrada Patria es una lluvia densa de matices, de oscuridad, con una ambientación magnífica que agiganta la gravedad, la asfixia de las casas, el terreno de las amas vascas que ponen en valor la esencia de la mesa. La familia que cena unida, aunque esté rota de pesadumbre, es el único calor que se desprende en unos hogares que se van descomponiendo a medida que se recrudece la tensión fuera. El matrimonio, los hijos, la amistad, el pueblo... Todo se derrumba. La vida es muerte. El tiempo es una herida que duele, casi tanto como saber que lo peor ya ha pasado porque el futuro no ha llegado. Se ha quedado atrapado en un disparo. Como la felicidad de Miren y Bittori, las matrias que han hecho Patria.