No es el momento de subir los impuestos

Gregorio Izquierdo Llanes FIRMA INVITADA

OPINIÓN

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28 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La peor decisión que puede tomar el Gobierno en este momento es la de subir los impuestos, ya que supondría retardar, cuando no imposibilitar, las posibilidades de recuperación de nuestro país. Las alzas impositivas deprimen la oferta productiva y el consumo, justo lo contrario de lo que necesitamos, y deterioran las expectativas de los agentes provocando una degradación de la confianza, que es el pilar fundamental sobre el que apoyar la recuperación. Por eso, la mayor parte de los países se están planteando recortes impositivos y, nosotros debiéramos hacer lo mismo, cuando menos con incentivos fiscales a la inversión y al empleo.

Para abordar el debate de la fiscalidad en España es obligado acertar con el diagnóstico. Aunque la presión fiscal en España es ópticamente menor que la del promedio de la UE, este gap se corrige una vez se tiene en cuenta nuestro superior peso de la economía sumergida, al igual que si se ajusta el efecto de nuestra menor renta per cápita, lo que arroja como resultado un esfuerzo fiscal singularmente alto con respecto al promedio de la UE. De hecho, la presión fiscal empresarial y la proporción de la recaudación total procedente de las empresas es mucho mayor en España que en la UE. Es más, España soporta una presión fiscal normativa muy superior a la media europea, o lo que es lo mismo, cuenta con un sistema fiscal más ineficiente y distorsionante.

De cara al futuro, y una vez que hayamos dejado atrás la presente crisis, es prioritario recuperar la credibilidad y sostenibilidad de nuestras finanzas públicas. Pero ello solo será posible cuando se acometa nuestra gran reforma estructural pendiente, la de optimizar la eficiencia del gasto público, y nunca a través de subidas impositivas que comprometen el crecimiento y por lo tanto la consolidación presupuestaria ulterior. De hecho, gran parte del gasto público estructural no se debe tanto a mejores prestaciones públicas a los ciudadanos, sino a mayores ineficiencias. Solo con homologarnos en eficiencia del gasto con la OCDE podríamos provisionar los mismos servicios públicos actuales con un 14 % menos de gasto y de implantar las mejores prácticas, los ahorros podrían ser mucho mayores.

En un momento de profunda crisis como el presente, y más aún en una economía abierta y con movilidad de factores como España, la única forma de aumentar de forma sostenible nuestra recaudación impositiva pasa por favorecer la recuperación de la actividad. Para ello, nuestro objetivo debiera ser tener una fiscalidad competitiva y homologada con nuestro entorno para favorecer la actividad, la inversión empresarial y el empleo, lo cual pasa por mitigar nuestra excesiva tributación del capital en general y sobre la empresa en particular, que es justo lo contario de lo que algunos equivocada e inoportunamente plantean.