Brevería. El doctorado y la siesta

Doktor Pseudonimus

OPINIÓN

26 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El doctor Asmus tenía una novia en Königsberg. En Navidades la novia le regaló un almohadón. En el almohadón unos arabescos dibujaban tres palabras: nur eine Viertelstunde. Solamente un cuarto de hora. El tiempo máximo para la siesta de un alemán decente. Y el Dr. Asmus era tan alemán o estaba tan enamorado de su novia que cumplía a rajatabla aquella admonición. Traigo aquí esta historieta porque me recuerda una experiencia personal. En enero de 1955 recién leída la tesis doctoral me fui a lo que entonces se llamaba Alemania Occidental. En muchas ciudades alemanas todavía se veían barrios enteros arrasados por los bombardeos de la guerra. Pero las universidades y los hospitales funcionaban. Y en Venusberg la clínica oftalmológica de la Universidad de Bonn era una referencia europea. Allí llegué yo a comienzos de un mes de enero. El trabajo comenzaba a las ocho de la mañana, se comía en el hospital y había una breve pausa después de comer. Yo siempre había creído que la siesta era un invento español. Pero lo cierto es que los oftalmólogos de Bonn solían aprovechar el postprandio para echar una cabezada. Y me sorprendió que a mí me ofrecieran un sillón especialmente confortable. Sorprendido por aquel privilegio pregunté por la explicación al resto de becarios. Y un alemán lo aclaró: todo se debía a que yo ya era doctor. Y en España todo el mundo te decía que el doctorado era algo que no servía para nada.

Vanguardia feminista

En la Segunda República Española, en las elecciones de 1933 se dio una curiosa paradoja. Las mujeres no podían votar pero podían ser votadas. Y así salieron elegidas diputadas Victoria Kent, Margarita Nelken, Clara Campoamor y Federica Montseny. Victoria Kent fue la primera mujer en el colegio de abogados de Madrid. Y primer miembro femenino en un tribunal militar. Directora general de Prisiones. Con las cadenas y grilletes fabricó un busto de Concepción Arenal. Inauguró cárceles especiales para mujeres. Pero su fama también se debe sobre todo a un chotis que cantaba Celia Gámez. Aún recuerdo la letra: «Anda y que te ondulen con la permanén, / y pa suavizarte que te den col-crém. / Se lo pues pedir a Victoria Kent». Tal y como se recoge en el diccionario de la Real Academia Española una de las acepciones que tiene la palabra permanente es «rizado artificial del cabello, que se mantiene mucho tiempo».