La vacuna del covid: prudente optimismo

Fernando Álvez EN DETALLE

OPINIÓN

SIPHIWE SIBEKO | Reuters

11 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La implementación global de un programa de vacunación contra la enfermedad covid-19, potencialmente prevenible, es un ansiado recurso para controlar la pandemia. La expectativa por la vacuna es lógicamente mayor, antes e inmediatamente tras la aprobación de una segura y efectiva. Así pues la comunidad médica deberá capitalizar anticipadamente este interés de la población alentando su aceptación, en un afán educativo y contra la desinformación. Sabemos el desafío que supone el desarrollo de una vacuna para garantizar su seguridad y eficacia. La prisa en su utilización en la población es relativa y no por ser más rápida es más idónea. Aún queda mucho por recorrer. Según datos de los ensayos en marcha, hay confianza en la disponibilidad de vacunas seguras y eficaces, pero dentro de unos meses.

Habrá una llegada de vacunas sin precedentes, pero también en un tiempo de incertidumbre por parte de la población. No se ha precisado el porcentaje de protección previsto con las más avanzadas (se persigue una eficacia del 70 %), en una enfermedad en la que 70-80 % de pacientes tienen un proceso leve/moderado. La reticencia a vacunar va a ser un escollo clave en su implementación y para lograr la deseada inmunidad colectiva de rebaño (proporción suficientemente alta de personas inmunes, por la vacunación o tras pasar la infección), que para la covid-19 el umbral está entre el 55 % y 80 % de la población.

Como la provisión inicial de vacunas no cubrirá la demanda global, deben distribuirse de forma equitativa y justa. Para inmunizar a gran cantidad de personas se necesitará tiempo. De momento habrá que decidir qué países recibirán suficientes dosis y aprobarlas para uso en condiciones de emergencia en grupos elegidos dentro de una población según el riesgo de enfermedad y donde se acentúen los brotes, con el acuerdo de los gobernantes. Es un fin solidario detener los brotes que podrían propagarse al resto del país o a otros países. Los grupos que se están considerando prioritarios son el personal sanitario, otros trabajadores esenciales, los que viven o trabajan en centros de atención a largo plazo y los de más susceptibilidad y riesgo de enfermedad grave: los mayores de 65 años y aquellos con enfermedad cardíaca o pulmonar crónica. Es predecible que las vacunas puedan tener distintos niveles de eficacia individual y en algunos subgrupos no incluidos en la mayoría de estudios, como los niños, embarazadas, madres lactantes, personas con comorbilidades y los de avanzada edad. Estos últimos, por el deterioro gradual en su capacidad de desarrollar una memoria inmune adecuada, podrían precisar dosis más altas (como la vacuna de la gripe) o por ejemplo vacunas de una sola proteína con dos poderosos adyuvantes (como la vacuna del herpes zóster). Para el resto, los expertos prevén que el plazo para vacunar será muy transcurrido 2021, quizá mucho después de que alcancemos una inmunidad naturalmente adquirida.