Trump en Kenosha

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

LEAH MILLIS

04 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sabemos que le gusta provocar. La indiferencia le produce urticaria por eso prefiere decir barbaridades a quedarse callado. No tiene miedo a embestir sin reflexionar. Y ello a pesar de que, lo que dice, más que lo que hace, repercute, generalmente de manera negativa, en su país y en el resto del mundo. Y, ahora que estamos en plena campaña electoral no parece que haya nada capaz de detenerle para lograr su objetivo: ganar en noviembre.

Para ello, Donald Trump, que nunca ha condenado de manera directa las muertes de ciudadanos de color a manos de la policía, no ha dudado en alardear de que su firme decisión de llamar a la Guardia Nacional ha logrado frenar los violentos disturbios callejeros en los que han degenerado las protestas contra ellas. Más aún, se ha desplazado a la localidad de Kenosha, en el estado de Wisconsin, de la que la mayoría nunca habíamos oído hablar hasta que un policía disparó siete veces por la espalda contra Jacob Blake de 29 años de edad. La policía había acudido a atender una llamada sobre una agresión doméstica y a la espera de la investigación la única certeza es que este hombre, muy probablemente, no vuelva a andar. Este incidente se suma a la muerte de George Floyd también a manos de agentes de la ley en Mineápolis el pasado 25 de mayo pero, lo que es peor, a la muerte de un ciclista que había cometido una infracción de tráfico y se había negado a detenerse este mismo lunes en el condado de Los Ángeles. Cierto que el derecho a manifestarse y protestar por actuaciones policiales violentas no justifican el vandalismo pero la indiferencia del candidato republicano no hace sino alejarle cada vez más de la realidad no blanca de EE.UU. Y eso que sin duda, las vidas negras importan y mucho.