Y Sánchez cogió su fusil

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Zipi

26 ago 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

Desde el 4 de agosto, ayer hizo tres semanas, nada sabíamos los españoles del presidente del Gobierno, salvo que disfrutaba de sus vacaciones, primero en el Palacio de la Mareta, en Lanzarote, y luego en el Palacio de las Marismillas, en Doñana.

Ese prolongado descanso palaciego del presidente resultaría inobjetable de no ser porque entre la última vez que Sánchez se dirigió al país, para hablar de la pandemia, y ayer mismo, cuando, con el obsceno despliegue de propaganda habitual, volvimos a saber de su existencia, el número de infectados en España pasó de 302.814 a 405.436.

Es decir, y para expresarlo claramente, mientras en el medio año transcurrido desde que el 31 de enero se conoció el primer caso de coronavirus en nuestro país hasta principios de agosto, cuando el Gobierno se esfumó de la escena política, se declararon 300.000 contagiados en números redondos, en las tres últimas ultimas semanas se han declarado 100.000. Una progresión que pone los pelos de punta y que ha llevado al diario Wall Street Journal a subrayar la extrema gravedad de la evolución del covid-19 en España: «Las infecciones por coronavirus, que aumentan en toda Europa, han colocado a España a la cabeza del repunte, que representa en torno a una tercera parte de los nuevos infectados por el virus en el continente europeo».

Esa trágica situación, contra la que las comunidades han luchado con todos los medios a su alcance, no influyó para nada en el período vacacional de un presidente al que la Constitución atribuye la dirección de la política interior y exterior del Estado. De hecho, solo cuando el escándalo por su ausencia y la del Gobierno se convirtió en un autentico clamor nacional, con unas autoridades regionales enfurecidas por la inhibición del ejecutivo, ha considerado Sánchez necesario salir a la palestra a hacerse autobombo y a anunciar medidas que, de haberse adoptado en cuanto se hizo evidente para todos -¡salvo para Fernando Simón!- la desastrosa deriva de los rebrotes, nos habrían situado en una situación mucho mejor.

Porque la pregunta que hoy se harán millones de españoles es la de si había que esperar a que el presidente acabase sus vacaciones para poner a 2.000 rastreadores del ejército a disposición de las autonomías, para reforzar las medidas digitales de rastreo y para a anunciar que el Gobierno declarará el estado de alarma en las comunidades que lo soliciten cuando la legislación ordinaria no sean suficiente para frenar la expansión de la pandemia.

Con desastrosas consecuencias sanitarias y económicas, el Gobierno reaccionó tarde, mal y a rastro para hacer frente a la primera ola del covid-19 y ha vuelto a reaccionar de un modo increíblemente irresponsable para apoyar a las comunidades frente a esta segunda ola. Pero Sánchez ha regresado, y como Johnny en la película de Trumbo, ha cogido su fusil: una RTVE dócil y sumisa, con la que volverá a intentar de nuevo el milagro de que todos menos él y su Gobierno sean responsables del desastre que vivimos.