Más devaluación salarial tras el covid

Javier Santacruz EN LÍNEA

OPINIÓN

Chema Moya

25 ago 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

Apenas dos años después de que los salarios nominales empezaran a subir de forma generalizada (que no homogénea ni en todos los sectores por igual) a un ritmo del 2,3 % anual (1,5 % real aproximadamente descontando la inflación) tras casi una década de continuas bajadas, otra crisis vuelve a azotar con fuerza a los trabajadores españoles, siendo esta mucho más rápida y virulenta que la financiera del 2008.

Los salarios siempre son los últimos en recuperarse después de una crisis, pero también suelen ser los últimos que dejan de crecer cuando las economías entran en recesión, ya que son el resultado de sumar multitud de variables como son la productividad, las horas trabajadas, el equilibrio entre ofertas y vacantes en el mercado de trabajo, situación económica general o expectativas empresariales, entre otras. Es lo que los economistas llamamos variable pro-cíclica (tiene el mismo sentido que el ciclo económico) y atrasada (va por detrás de la actividad, es decir, es consecuencia de ella).

En esta nueva crisis, ¿qué cabe esperarse de los sueldos de los españoles? Para dar respuesta a esta pregunta, es necesario tener en cuenta que esta es la primera crisis a la que se enfrenta la economía española bajo un marco institucional distinto en el mercado de trabajo, ya que la reforma laboral de 2012 posibilitó que el ajuste entre oferta y demanda de empleo se hiciera más por la vía de los «precios» -es decir, bajando salarios de forma selectiva y a la medida en que la empresa pudiera aguantar el envite de la crisis- que por la vía de las «cantidades» (destrucción de puestos de trabajo).

Teniendo en cuenta este nuevo marco regulatorio, se necesita analizar tres componentes para saber qué podemos esperar de los salarios. En primer lugar, la naturaleza y evolución de la crisis condiciona las expectativas de los empresarios que juzgarán si es urgente o no con acuerdo de la plantilla implementar una bajada de salarios. Cuanto más fuerte sea la percepción de que la situación económica va a ir a peor en los próximos meses, mayores serán los incentivos a un ajuste salarial.

En segundo lugar, la propia situación de las empresas y sus dificultades financieras, son también un elemento crucial. Hasta la fecha, es evidente el empeoramiento de la salud de las empresas tal como indicaba el Banco de España recientemente (aproximadamente un cuarto de las empresas en España están en causa de disolución) y conforme se va acercando el vencimiento de los avales ICO pedidos por algunas de ellas, lo cual pondrá en un serio aprieto a los bancos.

Por último, en tercer lugar, la capacidad de sostener durante más tiempo mecanismos como los ERTE con sostenimiento de rentas y bonificación de las cotizaciones, lo cual depende casi en su totalidad de una pronta llegada de fondos europeos directa a las maltrechas cuentas de la Seguridad Social. En definitiva, lo más probable es que se produzca más devaluación salarial poniendo en un serio aprieto a las finanzas familiares.