Hágase su propia vacuna

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

Antonio Lacerda

23 ago 2020 . Actualizado a las 10:48 h.

A nada que fuésemos mínimamente previsores y no digamos emprendedores, a estas alturas ya habríamos despejado el trastero de nuestras casas para montar allí un laboratorio. Y sin perder tiempo, estaríamos investigando una vacuna contra el coronavirus, dedicando las veinticuatro horas del día a producir anticuerpos neutralizantes y activando los linfocitos T que son los que van a destruir las células infectadas. Según parece.

Deberíamos de tratar de producir nuestra propia vacuna contra el covid-19 porque las perspectivas de poder acceder en un plazo razonable a ella no nos resultan esperanzadoras. Y de momento tenemos que hacer frente al mal con mascarillas, distancia, rastreadores y muchas ilusiones que son las que nos transmiten quienes por no poner no se ponen de acuerdo ni cuando dispondremos del fármaco. Hay quien asegura que lo tendremos el lunes por la mañana y otros que nos dicen que nunca.

Ahora mismo en el mundo hay cientos de equipos investigando y experimentando vacunas. Y en esa carrera por ser el primero en hacerse con el remedio, no solo están los laboratorios sino también las grandes potencias. Y las farmacéuticas que serán las encargadas de comercializarlo. Tres gigantes a los que hay que temer porque son tanto o más peligrosos que los lobis armamentístico, energético y financiero. Son los grupos de presión que dominan nuestras vidas y no desaprovecharán una situación tan apetitosa como la que vivimos para hacer negocio.

Pese a los alardes y anuncios de éxito de los chinos, de Trump y de Putin, quien en un ejercicio de fe ciega decidió que se vacunase su hija y no él, por lo que pueda pasar, la carrera científica es más de tortugas que de Ferraris. Los avances son mínimos y no siempre gozan de la aprobación de los entendidos. Y aún siendo positivos habrá que ver su eficacia, los efectos secundarios, el nivel de seguridad y su utilización equitativa. Un largo y enredado camino. Además y pese a ello, las grandes potencias ya han comprometido cantidades ingentes en la adquisición de dosis, por lo que no es difícil imaginar una acaparación repugnante y obscena del mercado.

Así que la mejor solución es que nos pongamos manos a la obra y hagamos la vacuna nosotros mismos. Es más seguro.