El nuevo curso universitario

Javier Guitián Rivera EN OCASIONES VEO GRELOS

OPINIÓN

19 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

A comienzos del pasado mes de marzo impartí una semana de prácticas de Botánica en la facultad; veinte alumnos por grupo, repartidos en diez lupas, determinaron plantas en sesiones de dos horas. La separación entre los que comparten lupa es aproximadamente de 30-40 centímetros y una de las tardes un alumno empezó a toser y estornudar de forma continua. Le informé que si se encontraba mal podía abandonar el laboratorio, pero optó por quedarse y así continuó toda la sesión: ¿qué haremos si esto ocurre al comienzo del nuevo curso?

En mi opinión, es un error empezar el curso como si nada hubiera ocurrido, el llamado «Escenario 1», como si lavándose las manos al entrar en clase el virus desapareciera. Una cosa son los escenarios que las universidades plantean sobre el papel y otra, muy distinta, la realidad diaria. Si hoy ocurriera lo del alumno citado, debería enviársele a un centro de salud, cerrar el aula y esperar al resultado del test PCR. Si fuera positivo, habría que poner en cuarentena a 20 jóvenes y a sus contactos. Vuelta a empezar.

Veamos. Respecto a los alumnos, creo que en la mayoría de las facultades es imposible mantener distancias en aulas con 75-80 alumnos. La solución sería dividir los grupos, pero la disponibilidad de espacios es limitada y no hay suficiente profesorado. Pues bien, si esto no es posible, creo que la solución es reducir la presencialidad gradualmente en los últimos cursos, manteniéndola de manera completa en el primer año universitario.

A nadie se le escapa que un alumno de último año de grado tiene mayor capacidad de afrontar una docencia no presencial que los recién incorporados, y que, por tanto, los esfuerzos deberían centrarse en los nuevos alumnos. Algunos me dirán que esto ya está contemplado en otros escenarios, es cierto, pero yo creo que debería aplicarse desde el comienzo porque lo de este curso no debería repetirse.

Otra cuestión que resolver hace referencia al profesorado y los servicios de riesgos laborales. Los mayores de sesenta años, independientemente de su sintomatología, son considerados población de riesgo por la OMS, el ministerio, etcétera. El 40 % de los catedráticos, por poner un ejemplo, son mayores de esa edad, por lo que las autoridades académicas tienen la obligación de garantizar a buena parte de las plantillas unas condiciones de trabajo de extrema protección. ¿Cómo se hará?

Los datos de estos días apuntan a que las cosas se van a complicar y es mejor empezar aplicando ciertas limitaciones, al menos en el primer cuatrimestre, y ver cómo evoluciona la situación; siempre estaremos a tiempo de relajarnos, pero lo contrario tendrá un gran coste añadido. La realidad de las cifras es contundente: cuando lean este artículo habremos superado de largo los mil casos activos en Galicia.

Mese después, les aseguro que aun no sé por qué no desalojé aquel laboratorio. La semana siguiente empezó el confinamiento.