«Gracias al personal sanitario, que tanto ha sufrido»

OPINIÓN

16 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Gracias Montecelo

El 7 de agosto, en el hospital Montecelo de Pontevedra, tristemente falleció mi padre a causa de un aneurisma. A pesar del enorme esfuerzo realizado por el equipo de cirugía, no se pudo hacer nada. Nos queda el consuelo de habernos podido despedir de él con tranquilidad y sin prisas, y de saber que nos dejó plácidamente. Esto no hubiera sido posible sin el trato tan cariñoso y delicado que nos brindó el equipo de Reanimación del hospital. Todos los días la gente pierde a seres queridos; no somos una excepción, pero es más que de agradecer que en ese momento tan doloroso, quien ha de guiarte en el proceso, lo haga con mimo y empatía. Es por ello que, en nombre de mi familia, quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer eternamente el trato recibido. En esta época en la que el personal sanitario ha sufrido tanto, su empeño en hacernos el tránsito lo más liviano posible ha sido encomiable. Pedro Burgo Vázquez. Pontevedra.

Maltrato ambiental

Levo anos facendo sendeirismo. Descubrir rutas novas en plena natureza, cheas de encanto e sorpresas, abonda para sentirse no verdadeiro paraíso. Sinto un profundo respecto polo medio ambiente. Aínda así, ás veces, a actuación dalgúns desconsiderados lévanme á decepción e ao cabreo.

Teño atopado de todo ao longo a ancho da nosa xeografía, nos lugares máis insospeitados. Cepos para cazar animais, trampas para ciclistas, árbores tatuados a navalla. Moitísimos vertedoiros incontrolables, que mesmo semellan quincallas onde podes atopar de todo (entullos, xoguetes, podas, cristais, metais, mobles vellos, colchóns...) en lugares de difícil e careiro acceso, para a súa limpeza e eliminación. Zonas devastadas polo lume intencionado. Nas beirarúas e cunetas é frecuente atopar botellas plásticas e paquetes de tabaco enrolados tirados desde a xanela de calquera auto . Agora, ademais, súmanse ao elenco as malditas máscaras que nos protexen do demo do virus, e xa pululan por todos os currunchos, facéndose un oco na nosa paisaxe.

Mais, xamais imaxinei atopar, foron uns vagóns de tren no río Sil. Manuel Piñón. Ferrol.

El coche como arma

Vivo pegada a un coche. Es una exageración, claro, pero sí es cierto que cada día me hago mis buenos kilómetros para ir a trabajar. Llevo años haciéndolo y nunca hasta ahora había sentido miedo. Quizá haya sido coincidencia. O eso espero. Pero desde que vivimos en esta nueva normalidad me cruzo con demasiada frecuencia conductores furibundos, como enfadados, que arriesgan su vida y la de los demás con una facilidad que me asusta. Sí, ya sé, locos al volante siempre los ha habido. A mí me lo van a contar. Pero es exagerado las locuras que veo cada día. ¿Ansiedad? ¿Ganas de recuperar el tiempo perdido? No sé, más bien frustración. De la peligrosa. Flora Piñeiro. Moeche