El paisaje de la ingeniería en Galicia

Carlos Nárdiz Ortiz TRIBUNA

OPINIÓN

Óscar Vázquez

10 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde los socalcos del Miño y el Sil, a las explotaciones mineras de la antigüedad, con canales y desvíos de ríos como en Montefurado, las calzadas, caminos y puentes, las fábricas hidráulicas y presas para la explotación de las aguas de los ríos, y los muros, paseos, muelles, diques y rampas para la transformación, el acceso o la defensa al borde litoral, todo es ingeniería, que ha conformado históricamente el paisaje de Galicia, incluida la estructura de las villas y las ciudades. La ingeniería más moderna, a partir del siglo XVIII, con los caminos y carreteras reales, las carreteras de los siglos XIX y XX, las líneas de ferrocarril, las nuevas presas, las autopistas y autovías, las dársenas de los puertos, los nuevos puentes para superar los obstáculos geográficos, o las carreteras que han servido de soporte para la extensión de las villas y ciudades, conforman hoy también el paisaje de Galicia, un paisaje dinámico que va cambiando en el tiempo con las propias obras de ingeniería.

Frente a la imagen a veces negativa de las obras de ingeniería, y en especial de las obras públicas, solamente reconocidas a partir de su obsolescencia funcional, la ingeniería más reciente, más allá de sus aspectos funcionales, no ha sido en general apreciada por los ciudadanos, por su capacidad de creación de nuevos paisajes que no serían reconocidos sin su presencia, y que forman parte de la imagen diaria de los que las recorren, olvidando que la valoración de estas obras requiere también el conocimiento de su razón de ser y las implicaciones para el bienestar y la movilidad de los ciudadanos.

La aproximación paisajística siempre ha estado presente en los proyectos de la ingeniería civil, o en la propia formación de los ingenieros de caminos, canales y puertos, no siempre acompañada por la práctica de proyecto y construcción, con errores graves para el paisaje anterior. Ha sido, sin embargo, a partir de mediados de los años 90 del siglo anterior cuando la consideración del paisaje ha sido crecientemente demandada desde los estudios de impacto ambiental, como he tratado de demostrar en un libro reciente, El Paisaje en la Ingeniería.

Ello se ha traducido en obras tanto de carreteras, como de ferrocarriles, hidráulicas y portuarias, que han considerado el paisaje como una variable más de proyecto, como ha ocurrido por ejemplo con los puentes que atraviesan el Ulla en Puente Ulla o la ría de Arousa para el ferrocarril de alta velocidad, en donde la formalización de los mismos, además de la respuesta funcional, estructural y constructiva, responde a una preocupación paisajística que ha contribuido a crear un nuevo paisaje en un cruce singular de este río o ría. Hasta una depuradora como la de Vigo, a la que recientemente el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Galicia ha dado el Premio San Telmo, ha tenido el paisaje como elemento fundamental, que junto con los aspectos funcionales contribuye a su integración en un lugar próximo a la playa de Samil.

La Lei 7/2008 de protección da paisaxe de Galicia fue un intento de convertir el paisaje en elemento integrador de las distintas políticas sectoriales, pero su limitado desarrollo en forma de catálogos de paisaje y reducidas guías no ha respondido a estas expectativas, al no haberse aprobado todavía ni siquiera las directrices de paisaje o los planes de acción del paisaje en áreas protegidas.

Es este un camino por el que debemos avanzar, donde el desarrollo de la ley y la generalización de estudios de impacto de integración paisajística, recogidos también por la ley, se debe complementar con la consideración del paisaje desde los planteamientos previos del propio proyecto de las obras de ingeniería, que demandan una calidad de integración en el lugar y en los entornos atravesados no solo de obras singulares como los puentes, sino por ejemplo en el caso de las carreteras, de los muros, cruces, pasos elevados, tratamientos de los taludes, señalización, glorietas, etcétera; y en el caso de las intervenciones en los ríos, en los bordes litorales o en los paisajes rurales y urbanos una calidad de proyecto y diseño, por considerar que el paisaje de Galicia,profundamente humanizado, es un elemento de identidad, que como defendían los componentes de la Xeración Nós no solo se refiere al paisaje material, sino también al inmaterial, en el que se reconozcan sus habitantes.