Erdogan y el oficio de chantajista

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

Yves Herman

27 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La presencia en el parlamento de Ankara de tres veteranos condecorados y llevando sobre sus cabezas el kalpak negro que solía vestir el fundador del país, Kemal Ataturk, me retrotrajo a las imágenes de principios del siglo pasado cuando Anatolia y Oriente Próximo se debatían entre los estertores del Imperio Otomano y el comienzo de una nueva era bajo los mandatos coloniales. El discurso de Erdogan, según la traducción simultánea, era una especie de arenga a los atentos parlamentarios y miembros del público, justificando el creciente número de soldados turcos muertos en la última operación en Siria. La contumaz política de Erdogan por asentar su influencia más allá de sus fronteras con Siria e Irak le ha llevado a violar con total impunidad la integridad territorial de ambos países. La excusa que ha utilizado durante años de perseguir a los supuestos terroristas kurdos integrantes del PKK ha mutado a su voluntad de evitar una «invasión» de millones de sirios huyendo de la provincia de Idlib como consecuencia del ataque del gobierno de Damasco con apoyo ruso. No ha dudado en apelar al lado emocional de los oyentes aludiendo a los supuestos comentarios de los familiares de los «mártires» militares en el momento del entierro sobre su eterna voluntad de defender la integridad territorial de Turquía.

Pero a medida que aumentan los soldados turcos, crece el descontento. No es de extrañar que una encuesta de Metropol indique que un 67 % de los entrevistados están radicalmente en contra de la intervención en Siria, ni que el diputado opositor Ozkoc haya acusado a Erdogan de irresponsable y de no valorar la vida de los soldados turcos. Los adeptos no han dudado en hacerle callar a puñetazos en el propio parlamento.

Pero Erdogan, inasequible al desaliento, mientras empuja a algunos miles de refugiados hacia las fronteras europeas para lograr más fondos con los que financiar su guerra en Siria, viajó a Rusia, donde firmó un alto el fuego con Putin. Los bombardeos cesaron, pero a la vista de los antecedentes no parece que el acuerdo pueda durar ante el imparable y exitoso avance del ejército de Bachar al Asad. Turquía no se resignará a dejar de controlar Siria y no es probable que Rusia se lo permita, aunque tal vez hayan podido llegar a un acuerdo que involucre equipamiento militar y algunos contratos millonarios.