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Abel Veiga EN LÍNEA

OPINIÓN

Carlos Castro - Europa Press

03 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Llueve lluvia fina, ligeramente fría cuando se gobierna y existen problemas. Pero esa lluvia es hielo glaciar cuando se está en la oposición. Los gobiernos llevan, o deberían llevar en todo momento la iniciativa política. Es una regla de oro, cuando la pierden o renuncian a ella, el campo está minado para la derrota. El viejo dicho de unas elecciones que nunca las gana la oposición, sino que las pierde el Gobierno, es una máxima que debería hacer a muchos repensar dónde están, qué están haciendo y dónde quieren estar y qué deberían hacer para el caso. Pero antes hay que encontrarse a uno mismo, saber el proyecto, si es que lo hay.

Nunca tan fácil un Gobierno se lo ha puesto a la oposición como en la gestión de esta crisis sanitaria y lo que viene ahora, de órdago, la económica y social. Lástima que no saben coger ni el guante ni el envite. Perdidos, sin ideas, no hemos escuchado al señor Casado ni una sola línea, ni idea, ni programa, ni medidas. A remolque. Le tapan las fisuras, que son muchas, los presidentes autonómicos. Todos. Y es que no haber gestionado nunca un presupuesto no te permite tener un conocimiento real y profundo de los problemas, que son los que se pisan a pie de calle. Ahí es donde se tiene que forjar un político, en la calle, conociendo, sintiendo, provocando debate, adoptando posiciones, sin complejos ni miedos. Con un discurso nuevo, que llegue, que golpee, que martillee, que sume. No buscando fotos, como las de una imagen autocomplaciente y triste de un espejo, o buscando una especie de laboratorio sin que sepamos cuál ni qué hacía allí ni para qué

Quiero creer que la sociedad es mejor, en su inmensidad, que buena parte de sus políticos. Del resto de oposición, opinen ustedes, por cierto, ¿dónde está Vox y qué propone? Repito, nunca un Gobierno se lo ha puesto más fácil a la oposición. Deberíamos aprender de nuestros vecinos en Portugal. Gran ejemplo el de Costa y el líder de la oposiciónlusa, al desearle suerte, porque si la tiene es la de todos los portugueses. Aquí, de nuevo el país de los tuertos y la hipocresía.