He aquí al líder del PP, Pablo Casado para más señas, en su visita a una empresa de transportes en Ourense. El hombre no observa a través de las lentes de un microscopio la proyección de escaños del PP en el País Vasco. Observa algo que para el asunto que ocupa da igual si entiende o no. Aunque el saber nunca ocupa lugar, las fotos de campaña electoral son lo que son. Pero cuánto daría Casado porque este artefacto le enseñara algo más trascendental: el futuro. Poder asomarse o, según el caso, precipitarse al futuro. En esta imagen congelada pareciera que está escrutándolo, en plan cuéntame qué pasará el día 12, hasta cuándo aguantará este Gobierno Frankenstein, dime si alguien, y quién, me va a intentar mover la silla, cuántos errores me quedan por cometer y cuántos a Suárez Illana, si algún día llegaré a la Moncloa, si entonces debería ordenar que sustituyan los colchones y, si todo sale según espero, a quién le voy a encargar mi Manual de resistencia.