Hong Kong y la nueva ley china

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

MIGUEL CANDELA

02 jul 2021 . Actualizado a las 12:29 h.

Con casi 1.400 millones de habitantes -casi los mismos que la India- y una extensión territorial de más de 9,5 millones de kilómetros -la tercera más grande del mundo tras Rusia y Canadá- China es la primera potencia económica mundial. Caracterizada por su comunismo -socialismo ideológico y su liberalismo económico-, también es uno de los países más autoritarios y con un control más férreo sobre las libertades individuales, en especial, las relativas a la libertad de expresión. Por su parte, Hong Kong, la ex colonia británica, apenas si cuenta con 7,5 millones de habitantes y 1.100 kilómetros de superficie por lo que no es de extrañar que los ciudadanos de esta «especial región administrativa de China» se sientan intimidados por la metrópoli.

Los 150 años de dominación británica, finalizados en 1997, imprimieron a este territorio un carácter marcadamente diferente al continental. Una pujante ciudad financiera y comercial, moderna y regulada según los cánones occidentales que, en el último año, ha afrontado los intentos de mayor control por la metrópoli con duras protestas que han llegado a paralizar la ciudad.

Pero Pekín, no estaba ni está dispuesto a dejar que ningún territorio se rebele frente a su autoridad, así que, tras solo 40 días de tramitación ha anunciado la aprobación de una nueva Ley de Seguridad que ya ha provocado un gran revuelo entre los dirigentes de las protestas hongkonesas. A falta de su presentación oficial, la información que ha trascendido habla del establecimiento de una Oficina de Seguridad Nacional en Hong Kong y la posibilidad de que la disidencia pueda ser castigada con cadena perpetua por los tribunales chinos cuya imparcialidad es más que cuestionable. Temiendo la persecución, muchos disidentes hongkoneses han eliminado sus perfiles de Facebook y han renunciado a sus cargos. Saben que pese a gozar de la simpatía occidental, sobre todo la británica, la intervención internacional está descartada, porque ni la legislación ni el equilibrio político la aconsejan. O mucho cambian las cosas o China, más pronto que tarde, fagocitará a Hong Kong.