Y ahora, el estado de refriega

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA PASOS SIN HUELLAS

OPINIÓN

David Zorrakino - Europa Press

24 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Una vez superado, eso sí con esfuerzos y sacrificios, el estado de alarma, nos disponemos a regresar al de la refriega que es en el que vivimos en los últimos tiempos y que dejamos un poco de lado con lo de la pandemia. No es necesaria una declaración formal del presidente Sánchez como aquella del 14 de marzo porque esta vez todos sabemos que, tal y como están las cosas, volvemos a los tiempos de hostilidades y garrotazos en los que unos y otros van a dedicar todos sus esfuerzos a seguir instalados en la descalificación y el desacuerdo.

Nos han querido inculcar la idea de que lo peor ha pasado, pero no es cierto. Lo peor viene ahora. Tres meses lleva nuestro país entumecido y hay que empezar a reparar los desperfectos, esos que el Banco de España calificó ayer mismo de «daños estructurales». Hay que poner en marcha todos los mecanismos para luchar contra esas previsiones aterradoras que nos hablan de una caída del 11 % del PIB, de que la deuda pública alcanzará el 122 %; de un incremento de hasta un 11 % del déficit y de un paro que podría llegar al 22 %. Desolador.

Y aun así sabemos que el Plan de Reconstrucción Económica y Social nace muerto porque no va a ofrecer acuerdos de alcance. Porque el pacto entre socialistas y populares se antoja imposible, más con las elecciones gallegas y vascas en el horizonte. Volvemos a las andadas con Sánchez pidiendo a los suyos arrinconar a la oposición y Casado alineándose con los países frugales para que la UE nos exija recortes a cambio de ayudas. Un clima de confrontación, agravado por el coronavirus, con capítulos tan desafortunados como el de responsabilizar a Pedro Sánchez de los fallecidos de Madrid. Textual.

Entramos en el estado de la refriega que nos hace pensar que resulte imposible ver unos pactos imprescindibles para cimentar una nueva política económica y social que reclaman trabajadores, empresarios, sindicatos y la totalidad de los ciudadanos de bien. Pero todo eso no parece ser lo importante.

Aunque el país se nos caiga a pedazos y la desesperación nos invada, nuestro futuro pende de un hilo porque aún no entendieron para qué están donde están. Y esto es como otra pandemia.