Las dos vacunas

Fernando Salgado
fernando salgado LA QUILLA

OPINIÓN

ASTRAZENECA

23 jun 2020 . Actualizado a las 11:29 h.

Decía José Saramago que solo los pesimistas están interesados en cambiar el mundo, porque a los optimistas les encanta lo que hay. El admirado escritor no podía prever el covid-19 que trastocó nuestras vidas y nuestras urgencias. La catástrofe a todos nos ha sumido en la depresión y la incertidumbre. Los unos añoran su paraíso liberal perdido y los otros, aparcada sine die su voluntad de transformación, aquella vieja normalidad hecha de salarios precarios de quita y pon, economía de playa, polución y cemento armado, pero libre de virus.

Todo induce al pesimismo. La OMS y los epidemiólogos constatan que la pandemia campa a sus anchas, ahora devastando el continente americano, y que los rebrotes se multiplican como hongos en todas partes. Los peritos en economía, desde el FMI al Banco de España, no se cansan de hacer previsiones a cada paso más funestas. El monstruo es bicéfalo y solo podemos aniquilarlo si le cortamos simultáneamente las dos cabezas.

Busco y rebusco entre los escombros motivos que nos levanten la paletilla del optimismo. El primero lo encuentro en los laboratorios de Oxford. La vacuna contra el coronavirus, si supera el ensayo clínico que se está realizando con diez mil pacientes, estará lista en octubre. Los investigadores de la universidad, que ya la han probado con éxito en chimpancés, confían en que inmunizará al menos durante un año. Hay un dato significativo que alimenta la esperanza: la farmacéutica AstraZeneca ya está fabricando, por encargo de cuatro países europeos, 400 millones de dosis. Si se cumplen las previsiones, la primera cabeza del monstruo rodará por el cadalso antes de que remate el año. Y comeremos el turrón liberados de la pesadilla.

La segunda noticia alentadora nos llega de Berlín. La canciller alemana, Angela Merkel, propugna un acuerdo sobre el plan de recuperación antes de agosto. De cumplirse los plazos, la vacunación contra la pandemia económica debería comenzar también a finales de año o a principios del 2021. Se trataría de inyectar 750.000 millones de euros, en gran parte financiados con deuda común, en las economías europeas. Y con dosis reforzadas en aquellos países que, como Italia y España, resultaron más castigados por la pandemia.

Las dos vacunas, si finalmente están disponibles a finales de año, marcarán sendos hitos históricos. Nos devolverán la fe y la confianza en la ciencia y en Europa. En los científicos e investigadores que, sometidos a una dramática prueba de estrés, están quemando etapas y reventando todos los plazos para buscar un remedio eficaz contra el covid-19. Y en Europa, cuya fragilidad dejó patente la pandemia, que busca transformar la tragedia en oportunidad para refundarse bajo los principios de la cohesión y ayuda mutua. La posición de Merkel, tan distante de la que mantienen los merkelianos españoles, nos ha devuelto una pizca de optimismo. Tal vez en el sentido que le daba Winston Churchill: «Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad».