La pandemia y el estado de inmunodeficiencia

Eduardo Vázquez Martul LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

17 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ahora que parece que la pandemia da signos de debilidad es un buen momento para la reflexión y hacer un diagnóstico objetivo de lo que está pasando en nuestra sociedad. Es obvio aceptar que cualquier pandemia registrada en la historia se ha originado por dos factores principales: un agente infeccioso desconocido y la falta de medios para aislarlo o destruirlo, lo que ha conllevado su extensión afectando a continentes enteros, como ha ocurrido con el covid-19. También es sabido en medicina que un virus no solo puede producir una patología o daño directo sobre un determinado órgano, sino que puede bloquear el sistema inmunitario y abrir las puertas a diversos agentes infecciosos que de forma concomitante producen otras patologías y son los que al final pueden causar la muerte. Este hecho está bien constatado con diferentes virus extendidos en nuestro medio y cuyo ejemplo más reciente ha sido el virus que produce el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (sida), por lo que no es novedoso que puedan aparecer de forma simultánea o a posteriori patologías diversas. Esta aseveración médica nos vale como hilo conductor de las consecuencias políticas que en nuestro país está produciendo esta pandemia. El virus ha sido causante de muerte, pero de forma concomitante ha originado otras situaciones adversas en la política y por consiguiente en la sociedad, que ya está registrando una grave enfermedad social que es la crispación. Tenemos que admitir, si aceptamos el símil previamente expuesto, que la pandemia ha puesto de manifiesto un «estado de inmunodeficiencia política» con el grave peligro de la contaminación y el retroceso a extremismos causantes de gran mortandad en nuestra historia; y que no podemos ser equidistantes, ni por supuesto «mirar por la ventana». El estado democrático europeo que surge tras la Segunda Guerra Mundial fue una victoria contra el fascismo y el nazismo, hecho objetivo histórico que nunca podemos olvidar. Cuando los garantes de la democracia no se ponen de acuerdo en salvar las consecuencias tan graves de la pandemia, utilizando los dientes en vez del cerebro, ponen al país en una situación de inmunodeficiencia y cualquier bacteria puede matarnos.