Con motivo de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, el sector químico ha reforzado sistemas de producción para dar respuesta a la elevada demanda de materiales esenciales para la salud. Entre ellos, gases medicinales (oxígeno) y productos farmacéuticos antisépticos o biocidas para desinfección y limpieza. La industria química ha producido materiales plásticos (¡malditos plásticos!) para fabricar jeringuillas, bolsas de suero, tubos de conexión entre las bolsas y las vías, respiradores, etcétera. Ha sintetizado polímeros y fibras para la fabricación de EPI.
En definitiva, la ¡maldita química! ha desempeñado un papel esencial en la lucha contra el covid-19. Dentro de ese papel están los plásticos (¡malditos plásticos!) que otra vez han sido demonizados y a los que se pretende gravar con un nuevo impuesto para lavar conciencias de los que los usan. Si pago impuestos por el plástico ahí se acaban mis responsabilidades. Los plásticos no son culpables de contaminar mares y zonas terrestres. La culpa es de los seres humanos por no depositar los plásticos en los lugares adecuados. Miren lo que está pasando con la invasión de mascarillas y guantes esparcidos por todas partes como consecuencia de la irresponsabilidad. ¡Bendita química y benditos plásticos!