¿Es la educación algo esencial?

Mario Beramendi Álvarez
Mario Beramendi AL CONTADO

OPINIÓN

VALDRIN XHEMAJ | Efe

12 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Llevábamos semanas hablando de las terrazas, de la Liga, de las playas, de la barra del bar, de la movilidad y de muchas cosas. Llevábamos semanas hablando de todo, menos de la vuelta al colegio. Hasta ahora. La enseñanza quedó congelada en marzo y ahí seguía, en la fase cero, como una estatua de hielo, sin visos de derretirse. El debate llega tarde. Vivimos en un lugar en el que se discutía cuándo abrirían las discotecas y no los colegios, lo que nos ha convertido en el escenario de una gran tragicomedia. Suena a broma, sí, pero es un hecho dramático, que conduce a la desesperanza, porque pone en evidencia cuáles son las prioridades de la sociedad y deja al descubierto sus carencias. Esas que muchos se afanan en corregir con la promesa del cambio de modelo productivo, la frase comodín, el espray multiusos que vale para todo y que, al final, no sirve absolutamente para nada. En la nueva anormalidad, por llamarla de algún modo, el cambio de modelo productivo consiste en que mientras un alumno no puede reencontrase con sus compañeros después de tres meses, ni siquiera unas horas, su padre sí puede estar en una terraza con sus amigos hasta las dos de la madrugada. Si el virus ya no circula en muchos ayuntamientos, si los pequeños, tal y como dicen los médicos, no son grandes transmisores, ¿qué impide una apertura progresiva de los centros para que los niños puedan pasar al menos unas horas? ¿No hay condiciones? ¿Y sí se dan en atención primaria, en los supermercados, en los hospitales y en el transporte, por citar otros servicios imprescindibles que mantienen su actividad? Porque esto conduce a la cuestión clave ¿Es la educación algo esencial? La respuesta, de momento, no parece muy alentadora.