Nosotros denunciaremos

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

ANGELO CARCONI

02 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sigo, en estos tiempos de pandemia y arresto domiciliario, en este estado de alarmante alerta, la prensa digital italiana. Leo con frecuencia Il Corriere de la sera, el izquierdista Il fatto quotidiano e incluso Il resto del carlino en su edición de Bolonia. Interpreto críticamente todas las contradicciones que también en Italia está generando este peculiar estado de excepción, y las medidas excepcionales que ha decretado el estado italiano.

Sigo también la reacción que está provocando en la ciudadanía, y me hago eco del reciente movimiento Noi denunceremo, «Nosotros denunciaremos», creado por el economista de Bergamo, en la zona cero del covid-19, Luca Fusco, con casi cien mil seguidores, que reivindica sin venganzas ni compensaciones económicas, y solo piden justicia para los mas de treinta mil muertos provocados por la pandemia asesina, y denunciar las imprudencias o negligencias cometidas.

Los muertos en Italia, como en España se han convertido en invisibles, reducidos a una estadística que se incrementa diariamente cuando el relator de la crisis da cuenta de los nuevos fallecidos, que todavía, cada dia se cuentan por centenares.

En Italia, al igual que en España, se ha prohibido el dolor publico de los deudos que no pueden siquiera despedir a sus seres queridos. Esconder la muerte, ocultar el duelo, evitar legalmente el pésame, es equivalente a activar un mecanismo que instala la vergüenza en los cementerios, enterrando a nuestros muertos con clandestinidad alevosa.

Yo insisto en mis artículos recientes, en el honor y la gloria debida a quienes nos han dejado a causa del corona virus, y si hace un par de semanas, comparaba el número de fallecidos con su equivalencia a todos los habitantes de Rianxo, hoy, lamentablemente tengo que decir que ya totalizan en numero a los ciudadanos de Riveira o Redondela.

A nuestros muertos se les hurta, vuelvo a insistir, el homenaje colectivo, el duelo de Estado que a su generación, la que vivió la posguerra, la que posibilitó la llegada a la democracia, la que suavizó con sus pensiones la crisis económica mas reciente, les debe este país.

En Italia el argumento que recuerda Fusco es el del reconocimiento a la generación que había construido la Italia después de la segunda guerra mundial, y que esta siendo arrasada por el maldito virus.

En España, como en Italia, también nosotros denunciaremos en su momento oportuno las consecuencias políticas de esta «epidemia culposa»