Trump y la estulticia

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

30 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

 Lo reconozco, cuando creo que ya no puede decir o hacer nada más que pueda sorprenderme, resulta que se planta en una rueda de prensa con su rebelde mechón de pelo, su moreno de lámpara de rayos UVA y sus ojeras mal disimuladas con corrector para ofrecernos unas soluciones fantásticas a un problema sobre el que están trabajando las mentes más brillantes y capaces del mundo. ¿Cómo es posible que a nadie más se la haya ocurrido algo tan genial? La inyección de desinfectante para acabar con el covid19 supera con creces mis expectativas. Realmente, no sé cómo hemos logrado vivir sin él hasta ahora.

Pero, es que él, es así. Escucha, lee titulares y se lanza al ataque como un bisonte - de esos que sus antepasados casi exterminaron cuando llegaron de Europa al recién descubierto continente americano -, para solventar todo aquellos que lleva décadas sin solución de la manera más rápida y expeditiva, preguntándose cómo es posible que hayan tardado tanto en elegirle como presidente de los Estados Unidos.

Cierto es que a un gobernante no se le supone un conocimiento absoluto en todos los temas que atañen a la dirección de un país, pero lo que sí se le debería exigir son dos cualidades: inteligencia para elegir a los mejores asesores y no a bufones dispuestos a alabarle cada ocurrencia y el sentido común para reflexionar sobre las propuestas que los especialistas le ofrecen para tomar decisiones sensatas. Obviamente, Donald Trump carece de ambas.

No se puede negar que ha logrado animar el cotarro político norteamericano y el internacional. Pero, si yo que no soy estadounidense siento vergüenza ajena, no dejo de plantearme qué estarán pensando sus compatriotas ante un sistema sanitario que no cubre los costos de los carísimos tratamientos contra el covid -19, cuando la cuenta de fallecidos ya supera los 50.000 en todo el país y algunos lobistas presionan para el levantamiento inmediato de las medidas porque se están ahogando económicamente.

Definitivamente, la estulticia no tiene límites.