Tenemos tantas ganas de salir a la calle, tanta ansia de respirar el aire que nos hemos olvidado del tiempo. Nos importa pocos estos días que caigan chuzos de punta o que brille el sol y poco atendemos al telediario ni a las apps del móvil para saber si mañana abrirá o no abrirá. Hemos desconectado de esa información que antes nos parecía imprescindible para despertarnos y asumir que lo venga vendrá. Que se chove que chova, e se vén o sol benvido será. Solo nos preocupa y nos ocupa el tiempo interior, ese que ha pasado a ser la medida de todas las cosas, y el que desde luego no se refleja en los telediarios. Por eso sé que, aparezca la lluvia o no, el 27 de abril hará bueno, porque por fin que se cumple ese horizonte de alegría que teníamos fijado en el calendario. Los niños saldrán a la calle y empezarán a retomar esa vida que tanta falta les hace. El aire, el sol, la lluvia, saltar, jugar, gritar... El 27 de abril, seguro, brillará el sol en todas las calles que dejarán de mostrar esta desolada imagen de desasosiego. Claro que si a alguno en estos momentos le pica la curiosidad, les aviso que en esta Galicia primaveral el 27 pasaremos por ese vaivén atmosférico de luces y sombras, de frío y calor, de nubes y claros. Pero al mediodía, alrededor de las dos de la tarde, creo que tendremos seguro un solazo como el que se merecen todos los niños. El lunes, llueva o no, hará bueno.