La última oportunidad

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

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08 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Nunca existió tanta unanimidad en la sociedad española. Quizá porque estamos ante una cuestión de supervivencia. Pero el desalentador y demoledor escenario que nos va a dejar la pandemia que padecemos, a nivel social y económico, nos lleva a pensar que solo cerrando filas y trabajando en una única dirección podemos salir de ella con cierta holgura. Es lo que estos días llaman reeditar los Pactos de la Moncloa. Según sondeos de urgencia, el 93 % de los españoles piden pactos, pero el 80 % creen que será difícil llegar a ellos.

Y es que, aunque la situación es más preocupante, sobre todo en lo económico, que aquella de 1977, carecemos de políticos con visión de Estado. Nos faltan Tierno Galván, González, Fraga, Carrillo, Roca o Calvo Sotelo, que fueron algunos de los que firmaron aquellos pactos ideados y defendidos por Fuentes Quintana, responsable entonces de una economía que no había por donde pillarla.

Pero hoy nuestra clase política está a otra cosa. Instalada en el rendimiento electoral y el crecimiento personal. Hasta tal punto que hoy los políticos, los partidos y la política en general son nuestro segundo problema, según nos dice el CIS. Y eso lo han ido ganando a través de los años, con actuaciones insolidarias y alejados de los problemas y de las inquietudes de la sociedad. Lo han ganado a pulso y llegó el momento de poder revertirlo.

Los españoles no vamos a perdonar que se mantengan los enfrentamientos y desacuerdos en una situación tan adversa como la que se nos avecina. Bastante sufrimos ya con las disensiones en el propio Gobierno como para que ahora volvamos otra vez a asistir a chantajes de que son un señuelo, yo quiero pactar lo público o yo quiero que rompas con tus socios. Probablemente no se enteraron de que ha llegado el momento de que nos demuestren su generosidad. Mostrándonos su capacidad de negociación y consenso. Y cediendo en sus intereses partidistas y acabando con la crispación. Nunca perdonaríamos afrontar ese difícil futuro desunidos y a guantazos.

Por eso es la última oportunidad que nuestros dirigentes tienen para demostrar su talento y su valía. Para que no tengamos que pensar que en vez de facilitarnos la vida, nos la complican. Y que no los precisamos.