Reflexiones desde un laboratorio vacío

José M. C. Tubio CORONAVIRUS

OPINIÓN

27 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Son las 10 de la mañana de un día laborable cualquiera. En el Centro de Investigación en Medicina Molecular y Enfermedades Crónicas (CiMUS) de la Universidad de Santiago, en el que otrora solía haber investigadores de bata trabajando en sus poyatas, bioinformáticos tecleando en sus portátiles, y reuniones multitudinarias para presentar avances científicos, hoy solo se escucha el eco de los pasos de un vigilante de seguridad.

El CiMUS, uno de los centros biomédicos más importantes de Galicia, en el que trabajan unos 200 científicos, ha reducido el ritmo de sus investigaciones en cáncer, enfermedades raras, obesidad… Al igual que el nuestro, decenas de laboratorios en centros científico-técnicos de toda Galicia, tanto de Universidades como de Hospitales, han cerrado debido al virus SARS-CoV-2, que causa la enfermedad conocida como Covid-19. Hoy voy a hablarles de la profunda frustración que sienten los científicos que, como yo, sacrifican su vida cada día por ayudar a los demás desde un laboratorio, y que ahora, más que nunca, necesitan que la sociedad los escuche.

Galicia cuenta con excelentes científicos que pueden contribuir a ganarle la batalla al COVID-19. Todos trabajamos en áreas diversas del conocimiento, pero somos muy versátiles y, por lo general, tenemos una gran capacidad de adaptación. En lugar de cerrar centros de investigación, deberían ponerse a nuestra disposición los recursos necesarios para garantizar que podamos realizar ese trabajo. En un centro como el CiMUS, por ejemplo, podrían encerrarse científicos de toda Galicia, organizados en grupos de trabajo, para desarrollar y poner en marcha estrategias de lucha frente al COVID-19, desde el diagnóstico hasta el tratamiento y la posterior monitorización. Necesitamos, además, personajes con capacidad de liderazgo que tengan el conocimiento, la iniciativa, la osadía y la experiencia para diseñar y organizar dichos grupos, y que por supuesto cuenten con la confianza y el apoyo de las instituciones para que en momentos de crisis dispongan siempre de los recursos necesarios.

Galicia necesita darse cuenta de una vez por todas de lo importante que es invertir en investigación y desarrollo, porque siempre aprendemos la lección cuando ya es demasiado tarde. Las encuestas sociales indican que la profesión de investigador científico es la segunda mejor valorada después de la de médico. Sin embargo, no se invierte lo suficiente en investigación. Hace más de 150 años perdimos el tren de la modernización, que sí cogieron otros países de nuestro entorno, y que nos llevó durante décadas a ser uno de los países más atrasados de Europa Occidental. No tenemos que perder el próximo tren, y para ello debemos al menos duplicar la inversión en investigación. Esto nos hará más menos dependientes de los demás países de nuestro entorno, nos permitirá superar las adversidades mucho más rápidamente, nos hará más sostenibles, nos permitirá vivir más años y de más calidad, y creará riqueza. Nos hará, en definitiva, una sociedad mejor y más feliz.