Personal sanitario a la intemperie

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

Moncloa

25 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Desde hace mucho tiempo es frecuente escuchar o leer que el sistema sanitario español está entre los mejores del mundo occidental. Yo mismo lo he dicho muchas veces en público y en privado, repitiendo información que es fácil obtener de fuentes oficiales españolas y europeas, que subrayan, entre otros datos, que esa calidad está muy vinculada con el hecho de que nuestra esperanza de vida, para hombres y mujeres, sea de las más altas del planeta.

La pandemia del coronavirus a la que ahora se enfrenta nuestro excepcional sistema sanitario, servido por unos profesionales cuya preparación es solo comparable al altísimo compromiso deontológico con el que realizan su labor, es sin duda el mayor desafío de su historia. Un desafío que se está viendo agravado por una inconcebible e inadmisible falta de medios materiales. Y no solo de medios de los que por su naturaleza resulta muy difícil disponer (desde respiradores a camas en unidades de cuidados intensivos), sino de otros (desde pruebas diagnósticas hasta materiales de protección: mascarillas, pijamas, buzos, viseras, guantes) de los que, a la vista de lo sucedido en China, cualquier Gobierno consciente de su obligación en defensa de los intereses generales se hubiera provisto con la suficiente antelación para evitar el escándalo al que, atónitos, estamos asistiendo.

Un escándalo que ha denunciado el Consejo General de Colegios de Médicos con palabras muy duras («No podemos seguir sin denunciar las carencias que estamos sufriendo», «Nos hemos puesto al servicio de las autoridades, y les pedimos que planifiquen»); en el que insisten desde hace días los gobiernos regionales con independencia de su color político, y que se ha traducido al fin en un dato espeluznante: España es el país que encabeza el vergonzoso ránking de personal sanitario infectado: (12,2 % sobre el total de positivos), muy superior al de Italia (8,7 %), Israel (4,4 %), China (4,1 %) o Estados Unidos (1,4 %). ¡Solo del lunes al martes de esta semana se infectaron en España casi 1.500 sanitarios!

Y un escándalo que tiene un directo responsable -el Gobierno-, que como consecuencia del establecimiento del estado de alarma optó por centralizar las facultades de suministro de material sanitario a las comunidades. La que podría haber sido una buena idea ha resultado, sin embargo, un formidable fiasco ante la manifiesta incapacidad del Ministerio de Sanidad para cumplir en esa esfera con las labores a las que se había comprometido. Y ello hasta el punto de que las comunidades autónomas, alarmadas por la incuria gubernamental, han tenido que recurrir a hacer compras por su cuenta ante una falta de recursos que el Gobierno promete pero que no llegan o lo hacen a cuentagotas, en proporción muy inferior a la que se necesita.

Bastaría con que el Gobierno cumpliese con sus obligaciones en materia de suministros, con una diligencia comparable a aquella con la que dirige la propaganda destinada a eximirse de cualquier responsabilidad por su manifiestamente mejorable gestión de la crisis que nos atenaza, para que todo fuese muchísimo mejor.