El dios de las pequeñas cosas

Eduardo Riestra
Eduardo Riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

19 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mirémoslo desde este otro punto de vista. La cuarentena significará una caída en picado de la producción industrial, con lo que se cortarán los vertidos a ríos y mares; con eso, y también con la interrupción de tráfico aéreo, el CO2 nos dará un respiro en uno de los peores momentos de contaminación del planeta. Además, las familias se volverán a encontrar -y muchos se sorprenderán al descubrir que tienen cinco hijos en lugar de cuatro- y tendrán que convivir contra su voluntad, y no como en vacaciones, que cada uno anda por su lado. Y tal vez descubramos que la niña odia las clases de ballet y que lo que quiere es jugar al rugbi, o que el mayor, en vez de ingeniero, quiere ser trapecista.

El frenazo que este virus está pegando al capitalismo -ríete tú de la CUP- nos hará ver que el momento para el que guardábamos aquella camiseta que nunca nos poníamos ha llegado. Se acabaron las compras compulsivas. El dinero ya no sirve para nada. Muchos van a descubrir la conciliación familiar y que el teletrabajo funciona, y no querrán volver a la oficina. Otros mirarán a su pareja de nuevo. Algunos lo perderán todo; pero tal vez al detener en seco esa huida hacia delante en que se han convertido nuestras vidas, podamos darnos otra oportunidad, más amable y más humana. Entretanto, el Gobierno tiene la oportunidad de mostrar para qué sirve y evitar que los autónomos que se dirigen al abismo acaben despeñándose. Que sea verdad el refrán de nuestras abuelas: que lo que no mata engorda.