Teletrabajo, ¿tele o trabajo?

Javier Armesto Andrés
Javier Armesto CRÓNICAS DEL GRAFENO

OPINIÓN

31 mar 2020 . Actualizado a las 17:33 h.

El coronavirus como fuente de retos y oportunidades es la nueva aportación de los gurús y expertos en catástrofes globales. Hay quien dice que lo que no nos mata, nos hace más fuertes, y que la economía saldrá robustecida de esta crisis, preparada para afrontar próximas pandemias o cualquier otra emergencia derivada de nuestro despreocupado way of life.

Uno de los hallazgos de estos días es el teletrabajo, como solución a las cuarentenas improvisadas en centros educativos, administraciones y empresas. Es una idea brillante, imagino al conductor de autobús teletrabajando desde su casa y -obviamente- teletransportando a los pasajeros. Lástima, no todas las profesiones se desarrollan delante de la pantalla de un ordenador, si no la medida sería perfecta.

El teletrabajo complica además el cumplimiento de la ley de control horario de los empleados, aunque ya hay aplicaciones que permiten el fichaje a distancia. B+Safe, por ejemplo, facilita que el trabajador realice el registro de la jornada (entradas, salidas, pausas...) a través del móvil o de un portal web asociado. La app dispone de sistema de geolocalización del usuario y solo es necesario abrirla y fichar. En caso de no tener conexión, los datos se guardan igualmente y el sistema los actualiza en cuanto la red vuelve a estar disponible.

Pero no es la tecnología lo que dificulta la implantación de la jornada laboral fuera de la oficina y los centros de producción, sino nuestra propia idiosincrasia. En un país que se toma cualquier acontecimiento, por grave que sea, a cachondeo -como se puede observar estos días con los miles de memes que se difunden por WhatsApp-; donde el ambiente en el trabajo se asemeja muchas veces a un concurso de chirigotas; y que tiene el calentar la silla como uno de los deportes nacionales, la posibilidad de currar en casa y lejos de la mirada del jefe o la jefa no acaba de ser tomada en serio. Habrá quien piense: teletrabajo, o sea, tele y trabajo, o mejor, tele o trabajo, y en esta última disyuntiva se quedará con lo primero y más ahora que llega Disney con su inconmensurable catálogo. Teletrabajo sí, pero, por lo que más quieran, que no cancelen la Champions.