COVID-19: calma y responsabilidad

Rosendo Bugarín González FIRMA INVITADA

OPINIÓN

13 mar 2020 . Actualizado a las 15:03 h.

Los coronavirus no son un nuevo tipo de virus, sino que constituyen una amplia familia que conocemos desde hace muchos años. Algunos de estos patógenos afectan a los seres humanos produciendo síntomas, al igual que el virus de la gripe, predominantemente respiratorios. En ocasiones surgen nuevos tipos, por lo que no disponemos en nuestro cuerpo de defensas adquiridas frente a ellos al no haber tenido un contacto previo.

Esto es lo que pasa con el nuevo coronavirus que ha surgido en China hace pocos meses. Por la experiencia previa de los afectados en este país sabemos que en la mayor parte de los casos causa cuadros leves similares a los del catarro común y solo una minoría se complica con neumonías que pueden llegar a ser graves e incluso producir la muerte. Los síntomas más comunes son la fiebre, la tos y la sensación de falta de aire.

También sabemos que las posibilidades de una mala evolución se incrementan con la edad, de tal manera que apenas afecta a los niños y aquellos que se contagian sufren síntomas tan leves que incluso pueden pasar desapercibidos. Por el contrario, en los pacientes ancianos y con enfermedades respiratorias crónicas es donde se incrementa la mortalidad. En cualquier caso hay que decir que este desenlace no parece ser significativamente más alto que el provocado por la gripe estacional. No existe, de momento, un tratamiento específico, ni vacuna. Las medidas terapéuticas son sintomáticas, básicamente «antigripales». En los casos graves será necesario soporte respiratorio.

El gran problema que supone esta epidemia es, por tanto, su elevada contagiosidad. Se propaga a través de las gotitas microscópicas que emitimos al toser y estornudar. Alcanzan 1-2 metros de distancia y los virus eliminados pueden permanecer activos durante horas en las superficies en que se depositan. De ahí que las estrategias de control se basen en tratar de cortar esta cadena de transmisión.

Ante la sospecha de poder estar infectado se recomienda no acudir a los centros sanitarios para evitar el contagio de otras personas. Se debe contactar por teléfono y esperar las instrucciones de sus profesionales. Es imprescindible, por razones obvias, mantener unas estrictas medidas de higiene: lavados frecuentes de manos, desinfección de suelos, menaje de cocina, cuartos de baños, etcétera; utilizar mascarilla para evitar la expulsión de virus y, si mediante un análisis se confirma la infección, permanecer en el domicilio durante el tiempo que nos indiquen. En la mayor parte de los casos no será necesario el ingreso hospitalario.

Es importante conservar la calma, actuar con responsabilidad y ser optimistas: sin duda lograremos superar esta crisis.