Iba a poner en el título de la columna que «Broncano es el puto amo», pero me ha parecido poco ortodoxo y me he cortado. Pero enseguida he pensado que en realidad eso es lo que todos los que somos seguidores de La Resistencia queremos, que alguien como Broncano venga a romper los estereotipos. Eso es lo que él hace con inteligencia, ingenio y naturalidad en cada una de sus entrevistas y eso es lo que devoramos los que, bien en directo o bien por YouTube, nos abonamos a seguir esa manera tan peculiar de conversar con el otro. Broncano da caña, es hiperocurrente, esquiva los golpes, da dos veces al contrincante y todo lo hace sin buscar otra cosa que pasar un buen rato para dar a conocer a su invitado. No busca el titular de la foto fija, sino que prefiere reflejar en ese cuerpo a cuerpo qué tipo de persona tenemos delante los espectadores: si un tipo sosainas, un matón de boca ancha o un graciosete de tres al cuarto. Así que con su aguijón y su frescura millennial nos revela en cero coma si merece la pena quedarnos a saber más del entrevistado. Y a la vista está que sí. Porque no hay ahora mismo nadie que no ansíe sentarse en ese sillón roto a cuchillazos para confesar cuánta pasta cobra y para ver qué esconde el interior de esa caja negra que pesa tanto. Eso de un lado. Del otro estamos todos esos fans que queremos ver sin parar la gracia espontánea de Broncano.