Medicina reproductiva: valor, nunca amenaza

Luis Martínez Navarro TRIBUNA

OPINIÓN

María Pedreda

18 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El objetivo primordial de cualquier médico es realizar el tratamiento más eficaz para resolver la patología que presenta nuestro paciente. Los profesionales que tratan la esterilidad humana se rigen por el mismo principio, y en esta actuación se enmarcan también las terapias con gametos donados.

España se caracteriza por tener el mejor sistema de reproducción asistida de Europa, con tratamientos que permitieron el lavado de semen para que los enfermos de sida o hepatitis tuvieran hijos sanos; consiguieron el nacimiento de niños sanos cuyos padres portaban una enfermedad hereditaria grave; hicieron realidad el trasplante en bebés HLA compatibles con sus hermanos, a los que salvaron la vida; lograron que la vitrificación de óvulos fuera una opción real para que mujeres con cáncer no tuvieran que renunciar a su maternidad y que nuestras hijas pudieran preservar su fertilidad sin pasar por el calvario de muchas mujeres ahora; y permitieron ser madres a mujeres solteras o sin pareja masculina, entre otros grandes hitos. Nuestra medicina reproductiva, que hasta la fecha ha dado tantos resultados y tantos finales felices, puede saltar en pedazos si se actúa según propone el Comité de Bioética Español.

Dicho comité, con su informe en el que propone la abolición del anonimato de los donantes de gametos, está poniendo en jaque el proyecto reproductivo de miles de personas de nuestro país. Concretamente está en juego el 4 % de los nacimientos, ya que, como ocurrió en el Reino Unido en el 2005, provocará una disminución de donantes y por ende de tratamientos que se puedan realizar. Decisiones como esta propuesta han provocado en Gran Bretaña que prácticamente ya no se atienda en la sanidad pública a pacientes que necesiten gametos donados y que se importen más de 7.000 dosis de semen de donante de EE.UU. y Dinamarca, e incluso se planteen la donación de semen postmortem, aun siendo menos segura.

Déjenme que les diga qué pasará en España si acabamos con el anonimato en la donación: no tendremos gametos para abastecer las necesidades de nuestra sociedad -solo en la Seguridad Social se llevan a cabo más de 5.200 tratamientos anuales con gametos donados-, los médicos tendremos que hacer más tratamientos de los deseados con óvulos y semen propios con menos éxito, tendremos que importar gametos -con el correspondiente incremento de coste para los pacientes- y muchas personas tendrán que buscar soluciones fuera de nuestras fronteras, provocando diferencias sociales en el acceso a los tratamientos. Todo esto no son elucubraciones ni ciencia ficción, este es el caso real de algunos de nuestros vecinos europeos, derivado de la escasez de donantes.

Los tratamientos con donación de gametos se realizan en España manteniendo el anonimato de los donantes desde, al menos, 1982 sin plantear ningún tipo de problema. ¿Conocen a muchas mujeres que se hayan sometido a un tratamiento con gametos donados? ¿Y a muchos chicos y chicas que hayan donado sus gametos? Es posible que no le vengan ahora a la cabeza o que los tenga a su alrededor y no lo hayan compartido con usted nunca. La esterilidad y la intimidad han ido siempre de la mano, siendo la pareja o mujer que recurría a estas terapias la que decidía libremente compartir su tratamiento con otras personas o mantener el anonimato. Esta actuación anónima es la que prevalece en Europa, donde solo seis países han renunciado al anonimato, frente a 18 que lo mantienen y 13 que tienen las dos posibilidades.

Si el Comité de Bioética Español toma parte en aspectos relacionados con la medicina reproductiva, que es el área médica mejor regulada de España, debería de ser para liderar decisiones progresistas que mejoren nuestro sistema de salud, pero que no limiten el acceso a la reproducción a más de 50.000 pacientes que necesitan gametos para lograr tener un hijo.

El papel de la Sociedad Española de Fertilidad en este momento, como sociedad científica, es tratar de advertir la debacle que van a sufrir las familias si se aplican los criterios propuestos por el Comité de Bioética. Queremos seguir volcados en el mejor sistema de salud reproductiva y procurar que no nos falten recursos para poder seguir atajando la infertilidad al ritmo que lo venimos haciendo en los últimos años, sin diferencias por razones económicas, religiosas o sociales. Queremos seguir cumpliendo el sueño de muchas mujeres para las que la donación de gametos es su única opción.

Pocos países pueden sentirse tan orgullosos como nosotros en materia de fertilidad. Que nuestra medicina sea un valor y no una amenaza.