Cartagena de Indias

Eduardo Riestra
eduardo riestra TIERRA DE NADIE

OPINIÓN

02 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Si uno cruza el océano Atlántico estos días de tormentas y frío, le puede ocurrir lo que a mí, que se tope con la costa del Caribe, que a la altura del Ecuador guarda la joya de la corona, Cartagena de Indias (Colombia). 

Esta fiesta literaria, itinerante como el circo de los hermanos Tonetti que se llama Hay Festival, ha ido buscando el calor y el color desde el invierno de nuestros corazones, que diría William Shakespeare, y ha asentado aquí sus carromatos bulliciosos.

El resultado es un espectáculo en el que el público paga por entrar, como hacía con el teatro del citado inglés o de nuestro Lope de Vega hace unos cuantos siglos. Tal vez con huevos o con chorizos, pero pagaba. Y por eso mismo, los espectadores atienden, preguntan, a veces protestan, siempre aplauden, recreando una tormenta.

El viernes por la noche, ante la puerta del hotel, un niño de apenas siete años me preguntaba en inglés por mi origen. Él me dijo que se llamaba John Kennedy, y me explicó que los españoles habían construido los muros de su ciudad con esclavos negros que traían en sus barcos. Me dijo también que América la había descubierto Américo Vespucio. Yo le agradecí la información con un billete.

Me acordé entonces del almirante español Blas de Lezo y de su capitán Julio León Fandiño que cortó una oreja al británico Jenkins, dando con ella nombre a una batalla. Luego llegó el realismo mágico.