Gobierno inédito en la Moncloa: malo será

Mar de Santiago EN DIRECTO

OPINIÓN

Eduardo Parra

10 ene 2020 . Actualizado a las 12:41 h.

Personalmente me importa la gobernabilidad del Estado. La inesperada intervención de la diputada Montserrat Bassa en la sesión de investidura me pareció una vergonzosa pasada de frenada, una pataleta prescindible e impresentable en tiempo y forma. Me pregunto por qué ocupa un escaño en un Parlamento que ningunea. Y se lo dice una ciudadana respetuosa y muy sensible a las cuestiones territoriales e identitarias, que se siente concernida y ofendida. Una sobrada así solo puede conducir a una salida de pista regalando combustible al equipo equivocado; no puede pedir empatía quién no la ejerce. Ser parlamentaria y representarse a sí misma es quedarse dando vueltas en una rotonda. Esta reflexión también sirve para la diputada Ana Oramas, votar en conciencia y por principios es legítimo -y sanísimo pensar por una misma-, pero lo coherente sería dejar su escaño. Conozco personas cualificadas que han decidido no entrar en política ante el riesgo inherente a supeditar sus principios a relatos, siglas o argumentarios. Por lo demás, mucho ruido y pocas nueces, otro atrezo y pataletas impropias de una diputada con currículo ad hoc. Y qué decir de la oposición activa y cuantitativa: insultos y ataques frontales de quienes se empeñan en salir de pista (otros directamente conducen en dirección contraria), intentando ocupar la pole en la carrera por la (o)posición. Competir por improperios y acusar de fraude retrata el estilo y rol que va a ejercer la formación política que debería aportar sumas constructivas y necesarias a la política de Estado. Comparto la metáfora del perro del hortelano, muy a cuento de Cs y PP. Los otros partidarios del no, interpretan su particular «vivo sin vivir en mi» -muy propio de los representantes de Puigdemont en la tierra y de la incongruencia de la CUP-, sabiendo que la posibilidad de diálogo con otra correlación de fuerzas en la Moncloa sería molt petita.

Si existe un logro valioso en nuestra democracia es haber canalizado la violencia por la vía política-institucional; es imprescindible asumir su engranaje, sus reglas democráticas y representar a la ciudadanía con honradez, educación y respeto. Ahora más que nunca, hacer política es forjar pactos (Aitor Esteban dixit), como los que han dado luz verde a nivel estatal al inédito gobierno progresista de coalición. Semáforo de salida para una legislatura en busca de sus presupuestos, con pilotaje refrendado por la mínima y en ruta muy compleja: componer mayorías con sumas que multipliquen el bienestar de la ciudadanía en todos los ámbitos y territorios, y minimizar las restas que dividan y obstaculicen la implementación de políticas públicas de gran calado. Se chove, que chova, lo importante es mantenerse en pista y coordenadas por las que nuestra sociedad avance. ¡Malo será!