Rohinyás, uygures y musulmanes indios discriminados

Yashmina Shawki
Yashmina Shawki CUARTO CRECIENTE

OPINIÓN

Michaela Øíhová / CTK

22 dic 2019 . Actualizado a las 08:50 h.

El 11 de diciembre, Aung San Suu Kyi, premio nobel de la paz de 1991 y a la sazón ministra de Asuntos Exteriores de Myanmar, antigua Birmania, se presentó ante el Tribunal Penal Internacional de la Haya para hacer frente a las acusación de genocidio de su país sobre la minoría rohinyá. Una acusación presentada con el objeto de que Birmania frene las matanzas, tal y como manifestó el ministro de Justicia de Gambia, Tambadou, y que ha puesto en entredicho, la «autoridad moral» de la líder pacifista. En un momento en el que la transición hacia una democracia depende de la buena voluntad de los militares, sobre los que Suu Kyi no tiene control en absoluto, y quienes, durante décadas, han mantenido al país bajo una férrea dictadura, tratar de justificar la muerte de miles de rohinyás y la huida de más de 700.000 a Bangladés no es, en absoluto, fácil. Criticada por no haber intentado frenar la masacre, Suu Kyi ha hecho alarde de una cuidada argumentación que parece más dirigida a calmar a los militares birmanos que a convencer al Tribunal Penal Internacional. Y es que, la mayoría de los birmanos no solo no reconocen a los rohinyá como autóctonos, dado que son musulmanes, hablan un dialecto bengalí y su asentamiento en la zona de Arakán es históricamente controvertida, sino que no interpretan la actuación de su ejército como una limpieza étnica.

Algo similar a lo que les ocurre a los uygures en China, quienes han sido trasladados en masa a centros de reeducación donde permanecen internados hasta que aprenden el mandarín y reniegan de su creencia musulmana. O lo que también parece estar sucediendo en la India, cuya modificación de la ley sobre la ciudadanía ha propiciado protestas en todo el país, pero, sobre todo, en la región de Assam, ya que la consideran discriminatoria contra los musulmanes. Según los críticos, esta ley permite la obtención de la nacionalidad india a los emigrantes de Bangladés de confesión hindú, mientras se la niega a los musulmanes autóctonos de la India en una maniobra dirigida a limpiar religiosamente al país.