Champagne Zozuliz Albacete Real Oviedo Carlos Belmonte.Champagne trata de salvar una ocasión ante Zozulia
Champagne trata de salvar una ocasión ante Zozulia LFP

18 dic 2019 . Actualizado a las 11:30 h.

Mira que es variada la oferta de insultos en el fútbol. Afloran sin necesidad de césped. Dentro y fuera del campo. Más que en otras superficies y disciplinas. Una baraja con todos los palos disponibles. Un impresionante catálogo el que viene con el balón. Racistas, xenófobos, machistas, homófobos... Las hemerotecas están plagadas. Los recitales traspasan países, comunidades, categorías. Normalmente nada detiene el sagrado rodar de la pelota. ¿Sanciones? Algunas. ¿Castigos? Varios. No siempre. ¿Escarmientos? A medias. El partido y la vida siguen. Unos gritan que hay que agarrar de las tetas a una niña. Otros mandan a fregar a árbitras y jugadoras. Ciertos individuos lanzan plátanos para rebajar la condición de algunos futbolistas solo por su color de piel. Y está el grupo de los que mentan a las parejas de los deportistas que están compitiendo, y no precisamente para componerles un soneto. Se han llegado a tirar hasta cabezas de cerdo al terreno de juego. Pero resulta que la rueda se ha detenido en directo cuando le han llamado «nazi» a un jugador. Es verdad que «nazi» y «fascista» en estos tiempos se lo llaman a cualquiera. Son improperios devaluados. Y ocurre lo mismo con la palabrita «feminazi», que con tanto uso acabará en el diccionario de la RAE. No es que haya que minimizar la cuestión. Pero no deja de ser sorprendente que el termómetro de las sensibilidades se dispare por este asunto de forma instantánea y se mueva con la lentitud de la maquinaria pesada con otros bastante más graves. Habrá que comprobar si la piel del fútbol se mantiene fina también para las afrentas que vendrán o si vuelve a curtirse para tragarse con extraña naturalidad todo tipo de basura.