El circo político del clásico

César Casal González
César Casal CORAZONADAS

OPINIÓN

Alejandro García | Efe

17 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

El clásico nunca fue un clásico. El partido de fútbol entre el Real Madrid y el Barcelona, que es lo que es, ha muerto de éxito. Hay tantos cada temporada que se confunden en la mente de quienes los seguimos y les damos una exagerada relevancia. Los clásicos necesitan siglos y el enfrentamiento entre 22 chavales envanecidos por ser multimillonarios apenas críos no tiene esa categoría. Si encima el encuentro para pastorear un cuero de vaca sobre el césped se ha convertido en un circo político con el único objetivo de que unos fanáticos independentistas logren que una audiencia de casi mil millones de hipnotizados humanos lean el letrero de Catalonia is not Spain, la pereza muda en hartazgo. Un clásico son las fábulas griegas de Esopo, que tienen unos años más que los balones dorados de Messi y a las que una de ellas se ajusta como anillo al dedo para comparar a los abducidos espectadores con los dioses jugadores. Nosotros somos las hormigas y ellos, esas cigarras que no la rascan. Estos pastores del balón no tienen la preparación intelectual de los que brillan en las Bucólicas de Virgilio, otro clásico que también ha aguantado el temporal de los siglos. Los de Virgilio sabían música, poesía y mitología. La mayoría de estos muchachos de pantalones cortos que mañana saltarán al estadio no han terminado un libro, y servirán de excusa para que el secesionismo se apunte el único gol auténtico que se marcará: el de la propaganda. Dejemos de llamarle clásico a esta pantomima que alimentará la llama de la violencia política. ¿Qué son el himno del Barça, el del Madrid o la estelada al lado de los diez segundos con los que comienza otro clásico de verdad, la sublime quinta sinfonía de Beethoven?