Viviendas turísticas

Cristobo Ramírez A MI AIRE

OPINIÓN

12 dic 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

La decisión de la Xunta de Galicia de recurrir la anulación de los artículos del decreto que impide alquilar por habitaciones las viviendas turísticas es coherente con el esfuerzo de la propia Xunta para modernizar un subsector que se iba de las manos, en ocasiones por el pozo sin fin del negocio en negro. A finales de octubre el Tribunal Supremo daba un portazo en las narices a Nava Castro, directora de Turismo de Galicia -y por ende al presidente Feijoo-, y seguro que sus razones jurídicas tendría. Más oscuro es el papel que desarrolla en esta trama la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, empeñada en el todo vale, y, si tiene seis habitaciones su vivienda, meta a seis parejas distintas, con sus respectivos niños si los hubiere, con un par de cuartos de baño, rote la clientela cada dos por tres y en un par de meses ya tenemos el insano campamento de refugiados de Calais (Francia) en el corazón del Salnés o de Viveiro. A la tal comisión alguien tendría que decirle que aquí ya existen las pensiones y los hostales y los hoteles, y las casas de turismo rural para alquilar por habitaciones.

Hace bien la Xunta en recurrir. Pero si gana, el triunfo no será suyo. Será el de Galicia, que tiene un sector turístico ante el que se le plantean dos y solo dos opciones: caminar por el exigente sendero de la calidad o agarrarse al pasado, como sería el caso de los pisos turísticos por habitaciones. ¿De verdad es un modelo de futuro meter a una docena de personas al buen tuntún en Fisterra o en el centro de Santiago?